Autoridad y poder
"“Den al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” (San Mateo 22:21) por el pastor Gerardo Hands de la Iglesia Luterana de Venezuela."
Hubo épocas en la historia del Antiguo Testamento en que Dios gobernaba directamente al pueblo. Este régimen puede ser llamado “teocracia”, es decir Dios es el que gobierna. En la época medieval muchas veces la Iglesia, quiso ser la regente de la autoridad temporal del estado y se hizo la ingerencia de la iglesia en el estado, siendo los papas quienes ponían y quitaban los reyes. Durante la reforma hubo intentos de forzar a las personas a un nuevo régimen teocrático, incluso con pena de cárcel si nos se acataba la observancia de ciertos días y fiestas en ciertas ciudades de Europa, como fue el caso particular de Ginebra. Por otro lado, surgieron después movimientos que hablaban alentados por el pietismo, de una total separación de Iglesia y Estado. De estos énfasis, surgieron cosmovisiones dentro del cristianismo, orientando a la iglesia y a los cristianos netamente hacia un proyecto político temporal, sin referencia a lo trascendente de Dios por un lado, y por otra, la idea de corte evangelicalista de que como el estado es “algo del mundo”, y “la iglesia no debe meterse en esas cosas”. Ambas cosmovisiones son un reduccionismo de la tarea profética a la que están llamados todos los cristianos.
Lo cierto es, que la Escritura no habla de la Iglesia dentro del Estado y viceversa (caso de Roma) , o de la total separación de la Iglesia y Estado (algunas corrientes protestantes), más si muestra a dos instituciones que deben ser distinguidas una de otra (Iglesia y Estado), y ambas han sido puestas por Dios. A ambas se le ha dado el poder y la autoridad para desempeñar su papel en el mundo. A una, desempeñar la tarea profética con todo lo que ello implica; y a la otra, encargarse de aplicar el “Uso civil de la Ley” en el orden temporal. Debe haber pues, esta clara distinción, (no la mal entendida separación, ni la injerencia de una en la competencia de la otra), ya que ambas, deben caminar paralelamente, una al lado de la otra, para el bienestar y crecimiento integral de la sociedad. Lamentablemente muchas veces no ha sido así. Por razones de espacio, no me extiendo en esta cuestión, y me limito en esta reflexión, al papel del estado.
La modernidad hizo surgir en el estado, el régimen democrático. El pueblo es el que gobierna, expresando su voluntad popular a través del voto. Esto quiere decir, que no es Dios el que gobierna directamente, más, si está presente el principio generador. El pueblo elige a los representantes municipales, estadales , y del gobierno central, así como los legisladores municipales, estadales y de la Asamblea General, que se encargan de crear y ejecutar las leyes, las normas sociales y reglamentos que regirán la vida económica y social de una nación. Esta realidad permite que las autoridades que ejercen el poder, no sean necesariamente cristianas. En otras palabras, puede darse el caso muy frecuente, de que se encuentren en el poder, personas que no honran, ni confían, ni respetan a Dios. Pero eso no debe ser motivo de desobediencia.
Por más poder, fuerza política y recursos que se tengan, todo poder político es falible, pasajero y tiene un poder limitado. En el caso de nuestro país, todas las autoridades están sujetas a una ley mayor, que es la Constitución de la República. Luego, ninguna persona tiene plenos poderes. Aún siendo compleja la legislación, en relación a los gobernantes y que estos realicen su gestión, es necesario respetarlos y obedecerlos. Más esto nos da el derecho también a la crítica sana, la evaluación de su trabajo, y buscar e implementar los mecanismos que sean necesarios, para ejecutar los cambios que beneficien a la sociedad dentro de lo previsto en la Constitución. La desobediencia, revueltas populares, las guerrillas o luchas armadas, y el terrorismo son cosas contrarias a la ley y a la sana convivencia.
La lucha cristiana en los asuntos del estado, debe estar en el sano y respetuoso debate político, aceptando las diferencias , y acompañado de un buen juicio , con la razón iluminada por Dios. Desempeñándonos de esta manera, actualizamos y seguimos el principio enseñado por Jesucristo de ¡dar al Cesar, lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios”.
Mientras los seres humanos estén en el poder, estaremos sujetos a fallas y corrupciones. Nuestro papel es recordarnos y recordar a la sociedad, de que existe un Dios que es Justo. Sea que gobernemos o seamos gobernados, los principios de la verdad, el derecho y la justicia, han de ser los valores que rigen a un estado o gobierno. En la medida en que un estado, ejerza su poder con rectitud , verdad y justicia, en esa medida será revestido de autoridad. Sus actos serán respaldados y apoyados por la gran mayoría de la sociedad . Cuando el estado o gobierno no cumple las leyes previstas en la constitución, tendrá el poder, puede que esté un tiempo en el ejercicio de poder, más no tendrá la autoridad que hace que tenga poder de convocatoria y ya las personas no se agradarán en obedecer y acatar la representación de éstos gobernantes. Querrán entonces cambiarlos.
Es importante recordar, de que por encima de todo gobierno o estado, y los gobiernos de este mundo, todo eso pasará; que ellos “no tienen ningún poder, a no ser que el que le ha sido conferido de lo alto” y existe un Dios justo y eterno que establecerá su Reino Eterno. Ese Reino es y permanece para siempre. A él debemos plena satisfacción, honra y gloria, sabiendo que por encima de todo es necesario “dar a Dios lo que es de Dios”.
Oración: Señor, ilumina nuestras mentes para que sepamos participar con diligencia en los compromisos políticos de nuestra vida civil. Permite que a la luz de tu Palabra, luchemos por la paz contra la violencia, la verdad contra la mentira, el derecho contra la anarquía, y la justicia contra la injusticia, en completa obediencia a tu voluntad. Pedimos por todos los que nos gobiernan, para que además de ejercer el poder, sean servidores de su pueblo, defendiendo la verdad, el derecho, la justicia de una manera respetuosa, y así, tengan y ganen también autoridad, autoridad avalada por sus hechos, en el ejercicio del poder. Amén.
GRACIAS A LA HNA. MARTA VARGAS