RENUNCIO Renuncio a la fascinación de la tristeza que atrapa y a la soledad que deprime; a perder un solo día de mi vida, excepto que así lo decida para descansar o digerir aquello que me ha golpeado o necesita su proceso. Renuncio a contener y prohibirme la plena libertad de expresión sea para protestar, gritar, llorar o reír con todas mis ganas. Renuncio a las viejas creencias y doctrinas propias y ajenas que han ahogado o impedido mi creatividad ilimitada. Renuncio a la vacilación, al desgano, a la postergación, a la adicción de la dependencia de otros para usar la plenitud de todos mis recursos infinitos, para verme motivado, contento y satisfecho conmigo mismo. Renuncio al llanto fácil, a la autocompasión, como al habito de adjudicar mis desdichas al prójimo. Renuncio a olvidarme por costumbre de mis necesidades de descanso, diversión, esparcimiento, que me llevó a la confusión, al accidente o a la enfermedad. Renuncio a ignorar la música y a postergar mis ganas de saltar, correr, caminar, pasear y bailar hasta el agotamiento. Renuncio a todos los deseos y arcaicas convicciones que me han impedido desnudar mis deseos, mis pensamientos y proyectos. Renuncio a enjuiciar, a condenar impulsivamente, a buscar chivos expiatorios; todos cometemos errores que debemos aceptar y perdonar, para amarnos sin restricciones, otorgando amor, sin dudar, a todos nuestros semejantes. Renuncio por ello a los títulos que califican como honestos y nobles, a quienes aparentan respetar postulados humanísticos, mientras marginan enfermos, extranjeros o a personas devotas de otras ideas y creencias. Renuncio a la preocupación económica, a la desesperación, a la impaciencia, para dar lugar a la confianza, a la serenidad y a la paciencia, para descubrir sin acusarme, como fui responsable en mi percance, desdicha, enfermedad o accidente, para encontrar por fin, a mi propio verdugo interior, que me ha llevado a perder, a impedir mis ganancias, mi salud, mi bienestar. Renuncio a toda acción o pensamiento que manipule u oprima la libertad propia o ajena. Renuncio a toda forma franca o encubierta de hostilidad, indiferencia, desamor e hipocresía para comunicar y exaltar todas las conductas de amor, respeto, generosidad y asistencia de mis contemporáneos.
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