LA MUJER ADULTERA
Imagina lo vergonzoso de su situación, esta mujer fue sorprendida en el acto mismo del adulterio, la tomaron, la sacaron del lugar de donde estaba y se la llevaron a Jesús diciéndole que según la ley de Moisés, esta mujer debía ser apedreada y para tentarle, le consultaban su opinión.
Jesús pidió a quienes la acusaban que el que estuviera libre de pecado lanzara la primera piedra. Todos acusados por sus conciencias se retiraron uno a uno quedando únicamente los dos: La mujer y Jesús. Esta mujer pecadora, llena de vergüenza estaba frente al santo Hijo de Dios, frente a Jesús quien no conoció pecado, frente a la única persona con autoridad para juzgarle Jesús le dijo: “Ni yo te condeno, vete y no peques más” (Juan 8:10)
El único que podía arrojar la primera piedra ofreció perdón, ofreció amor y ofreció una nueva oportunidad a esta mujer pues Jesús NO JUZGA A NADIE. “vosotros juzgáis según la carne; yo no juzgo a nadie” Jn 8:15.
Y Jesús nos invita a que no juzguemos sino que levantemos, restauremos y ayudemos. El no negó el pecado de la mujer adultera, de hecho le dijo que no pecara más. Así mismo cuando veamos a alguien en una situación difícil debemos ser como las manos de Dios para levantar, abrazar, confortar y apoyar. Nuestro rechazo es hacia el pecado no hacia el pecador pues la palabra de Dios dice: “Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tu también seas tentado”. Galatas 6:1
Puedes juzgar y negar la posibilidad a esa persona de encontrarse con Jesús, o ser un canal de bendición y amor para todos aquellos que se encuentran perdidos, sin Dios o en una situación de calamidad.
¡TU DECIDES!
Y si has pecado, sin importar lo que hayas hecho, si te sientes alejado de El, al igual que con la mujer adultera; el te dice: Ni yo te condeno. El no vino para condenarte sino para salvarte; lo único que te pide es que le entregues tu vida para que sea El quien la dirija, te arrepientas de tu pecado y no peques más. Si quieres hacerlo, allí donde estás puedes repetir esta oración: Señor Jesús yo reconozco que soy pecador y me arrepiento de mis pecados. Declaro que tu eres el Señor, que diste tu vida por mi y que el Padre te levantó de los muertos. Borra mis maldades y rebeliones, ayúdame a vivir una vida conforme a tu voluntad y escribe mi nombre en el libro de la vida. Amen