

SER BUENA PERSONA
Está claro que de modo habitual costará menos. De todas formas, por muy buena que sea la educación de una persona, hacer el bien le supondrá con frecuencia un vencimiento, y a veces grande. Pero esa persona sabe bien que siempre sale ganando con el buen obrar.
En cambio, elegir el mal supone siempre autoengañarse.
Citando de nuevo a la protagonista de aquella novela de Susanna Tamaro, «no se pueden ocultar las falsedades, las mentiras; o, mejor dicho, se pueden ocultar durante algún tiempo, pero después, cuando menos te lo esperas, vuelven a aflorar, y ya no son tan dóciles como en el primer momento, cuando eran aparentemente inofensivas; y entonces ves que se han convertido en monstruos horribles, con una avidez tremenda, y ya no es tan fácil deshacerse de ellos».
Los errores en la educación sentimental suelen producir errores en la vida moral, y viceversa.
Y eso sucede, aunque los errores sean sinceros.
Los errores sinceros, no por ser sinceros dejan de ser errores, ni de dañar a quien incurre en ellos.
Alfonso Agui
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