El famoso escritor Max Lucado, dice en uno de sus libros que ser padres es mejor que un curso de teología completo. Estoy de acuerdo y no puede ser más verdadero, pues mi experiencia como madre me lleva a conocer con mayor profundidad el amor de Dios.
Experimento a Dios cuando miro y escucho lo que mi hija de 18 meses, trata de decirme y no sabe hablar, pero intenta:
“mamaaaá ninííí…” (eso significa, mamá vení)
“abííí peta” (abrí la puerta)
“namo yelo” (te amo hasta el cielo)
“ame, miyo” (dame, es mío)
“usú, memén” (en nombre de Jesús, amén!)
Y si no sabe como decirme: “tengo sueño, o tengo hambre…” llora, hasta que la auxilio en lo que necesita.
” Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con GEMIDOS INDECIBLES.” (Romanos 8:26)
Así también, cuando no sabemos como orar, podemos hacer como los niños que no saben pedir, entonces gemimos, lloramos y hablamos en lenguas, según el Espíritu Santo nos dé que hablar.
“Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras LENGUAS, según el Espíritu les daba que hablasen” (hechos 2:4)
Y Nuestro Padre entiende…
“Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas DÁDIVAS a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan? (Mateo 7:11)
Si yo tuviera que orar al Padre como mi hija, lloraría de la misma forma y mi oración en lenguas diría así:
“Papaaaá ninííí
Abí peta é yelo
Ame lo miyo
Usú, memén
Tau, namo yelo”
Y mi Padre bueno que está en los cielos de seguro me auxiliaría pronto, me daría más de lo que le pido, porque así somos los padres… no podemos negarnos a dar lo mejor a nuestros hijos.
“Y Todo lo que pidieres al Padre en mi nombre lo haré” Jesús.