Mandato
"Yo, Pablo, apóstol de Jesucristo, enviado por mandato de Dios nuestro Salvador y de Jesucristo nuestra Esperanza." 1 Timoteo 1:1 "
Cuentan que la catedral de Notre Dame fue financiada por un importante noble de la época. Este hombre quiso visitar la obra, así que una mañana llego al lugar y vio a los hombres trabajando. Se acerco a uno y le pregunto: ¿Que esta haciendo, buen hombre?. El trabajador, cansado y traspirado, solo levanto apenas la mirada y dijo: Estoy haciendo mezcla.
Se acerco a otro que estaba llevando una carretilla y le pregunto lo mismo. Sin detenerse, el hombre le respondió: Estoy levantando una pared. Fue hasta un tercer trabajador que estaba colocando ladrillos y le hizo la misma pregunta. El hombre detuvo su trabajo, y con la mirada luminosa y una gran sonrisa en su rostro le dijo: Estoy levantando la imponente catedral de Notre Dame.
Pablo sentía lo mismo que este tercer operario. No se fijaba en lo que tenia que hacer, no le importaba la tarea que le tocaba, no le preocupaba lo pesado o lo duro de la labor que tenia que desempeñar. Pablo sabía que él era un apóstol de Jesucristo. Era un enviado de Dios.
Cuando habla de mandato divino, usa una palabra muy especial. Era la orden que un rey le daba a sus súbditos cuando los enviaba a una tarea específica y especial. Era la orden que un superior le daba a sus subordinados para realizar un trabajo.
Pablo había recibido de Dios la orden de ser un mensajero, un enviado, un embajador, un apóstol. Y para él era suficiente motivo de orgullo. Se sentía muy impresionado por ese llamado. No podía entender como Dios siendo tan grande, tan perfecto, tan maravilloso, tan cuidadoso, tan santo, le diera una tarea a alguien como él, que era un simple pecador, mortal y limitado.
Cuando Pablo hablaba de su llamado, levantaba la mirada que se le iluminaba y decía con una gran sonrisa: Dios me llamo. El mismo Dios que me salvo de las llamas del infierno y me dio la esperanza gloriosa de saber que Jesucristo es mi garantía para toda la eternidad, es quien me encomendó esta tarea.
Si alguien hoy te pregunta por que vas a la iglesia, o porque haces esa tarea cada sábado o domingo, porque cantas o porque oras, porque predicas, o porque vives una vida diferente y santa, ¿Cual va a ser tu respuesta? Si levantas la mirada cansada, molesto porque todo es una carga pesada, si solo estas viendo ese trabajo que haces, sin entender nada mas, te estas equivocando.
Es tiempo de levantar la mirada y ver quien es el que nos llamo a la obra. Es tiempo de recordar quien nos dio el mandato del trabajo. Y de acordarnos que Dios nos llamo para trabajar en su precioso Reino Eterno. No somos trabajadores de segunda, no somos simples operarios.
Somos enviados elegidos por Dios para una tarea sublime y superior. En lugar de cansarte por las cosas que tienes que hacer, es tiempo de recordar la persona que te llamo al servicio y volver a encender la luz de tu mirada, para que cuando te pregunten que estas haciendo, puedas decir con una sonrisa en los labios: Estoy sirviendo a Dios, que me llamo especialmente.
Dios te llama a algo superior.
Gracias a la hna. Silvia por el fondo
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