Ustedes estaban corriendo bien. ¿Quién los estorbó para que dejaran de obedecer a la verdad? Tal instigación no puede venir de Dios, que es quien los ha llamado (Gálatas 5: 7-8).
LA IMPORTANCIA del mensaje de la justificación por la fe consiste en el hecho de que es la esencia del evangelio. Cualquier distorsión del evangelio conlleva una maldición. Del mismo modo, debemos ser cuidadosos con respecto al mensaje de la justificación por la fe, porque cualquier cosa que altere su esencia introduce una modificación en el evangelio, lo cual implica una maldición. Por lo tanto, debemos ser cuidadosos en su formulación. Así que, al describir la importancia de este mensaje, se encuentra primero con el hecho de que es la esencia del evangelio de Cristo; en eso radica su importancia fundamental. Pero también hay otros elementos que hacen resaltar su importancia. Si no entendemos este mensaje, ponemos en peligro nuestro bienestar espiritual presente y futuro. Notemos estas palabras tan oportunas de Elena G. de White: «No hay uno en cien que entienda por sí mismo la verdad bíblica sobre este tema que es tan necesario para nuestro bienestar presente y eterno» (Mensajes selectos, t. 1, p. 422). Este mensaje es tan importante que está anclado al bienestar espiritual presente y eterno. Sugiere que si no lo entendemos correctamente, no tendremos salud espiritual en el presente. El éxito de la carrera cristiana tiene que ver con lo que llamamos salud espiritual. La vida cristiana está llena de riesgos y peligros por todas partes. La inferencia es que si no tenemos la salud espiritual necesaria, no podremos tener éxito en nuestra lucha contra el mal. Si no hay salud, estamos enfermos; y si estamos enfermos, estamos débiles; y si estamos débiles, no tendremos fuerzas para luchar; y si no luchamos, caeremos. También la comprensión de este mensaje se asocia con la vida futura, es decir, la vida eterna. Esto implica que si no lo entendemos correctamente, estamos en peligro de perdernos. Eso le da una seriedad muy grande a este asunto. Resulta también alarmante que en tiempos de Elena G. de White hubiera tan pocas personas que entendieran correctamente este mensaje. ¿Cómo estaremos hoy? Ojalá que a través de estas reflexiones lo entendamos mejor, y consecuentemente tengamos una mejor salud espiritual.
Bendiciones, Ximena
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