¿Que harías si El Señor llegara hoy?
Santifícalos en la verdad; tu palabra es la verdad”
Juan 17.17
Que bonito es descubrir cada día verdades en la Biblia (la palabra de Dios) que nos enseñan, nos revelan sabiduría, nos limpia, nos santifica y nos da propósito en la vida.
El propósito de la vida de un cristiano es la Santificación y esta equivale a limpieza, baño y aseo, íntegra y completa de la mente y el corazón; y que bonito es saber que todo lo que necesitamos para ese propósito esta contenido en un mismo libro, La Biblia.
La Palabra de Dios, es el agua y el jabón para nuestra limpieza del pecado; es el antídoto contra el desamor; es el bálsamo contra el dolor; es el oasis para el cansado; el agua para el sediento; es lámpara a los pies y lumbrera en el camino; el antibiótico contra la infección del alma y medicina para los huesos; es bendición y larga vida para quien la obedece y es el manual de vida perfecto para todas nuestras necesidades físicas, económicas, intelectuales y espirituales; todo lo que necesitas saber relacionado a la persona de Jesús, quien fue, es y será; como seguirlo, como perfeccionar su amor en nosotros, amar a Dios con toda nuestra mente y todo nuestro corazón, a ti mismo y al prójimo.
Actualmente yo estoy estudiando para perfeccionar mi Ingles y como entrenamiento, tengo que diariamente, por seis horas a la semana, hacer ejercicios, leer textos, hablar, escuchar, contestar test y una serie de disciplinas que van a permitirme hablar perfecta y fluidamente mi Ingles.
¿Cuanto mas será la exigencia y la expectativa de Dios hacia nosotros, cuando el precio que pagó por nuestro rescate, fue la vida de su primogénito y la compensación a nuestro esfuerzo es la vida eterna, la salvación, la paz y la felicidad? Cumplir con el propósito de Dios en nuestra vida; así como la santificación, requieren de nuestra colaboración, participación activa, compromiso y disciplina cada día y para lograrlo hay que, vivir con integridad, bajo el precepto de la verdad, desarrollar misericordia y sensibilidad hacia los necesitados, ser amigo de los pobres, de los que están privados de su libertad, de los enfermos y de los que aun no han tenido un encuentro personal con Jesucristo.
Sabemos que todos vamos a ser probados un día; que Jesucristo vendrá por segunda vez y recogerá a su pueblo, su novia, su Iglesia (no las paredes o edificaciones, sino las personas, templos vivos del Espíritu Santo) y la pregunta que me surge aquí es: ¿Nos preparamos para ese día, de la misma manera que nos preparamos para obtener cualquier otro logro? El Señor viene por una novia, vestida de blanco puro, (las vestiduras equivalen a las obras) sin manchas ni arrugas (lavada nuestra vida en la sangre del Cordero, sin pecado, sin mancha)
Tenemos que decidirnos de una vez por todas a caminar el camino que El Señor nos mostró personalmente, pero con nuestros dos pies, con plena conciencia y convicción de que ya no somos del mundo sino de Jesús y que nuestra misión es ser luz y sal para la tierra; no podemos vivir y caminar en la vida espiritual como cojos en un solo pie, porque el otro lo tenemos en el mundo; queriendo satisfacer al mundo y a Dios al mismo tiempo.
Jesús dijo, Mateo 6.24 que nadie puede servir a dos señores, o servirá al Señor o servirá a las riquezas, pero no puede tener un corazón dividido; el mundo vive para las riquezas y nosotros vivimos por y para Cristo; no significa que no tengamos que trabajar, estudiar, superarnos, y velar por nuestra familia, pero todo eso Dios nos lo da y nosotros debemos devolvérselo con intereses (buenas obras) y todo lo que hacemos, hacerlo con amor y para El.
Y esto no será posible, si Cristo no es el centro de tu vida, tu eje, lo que te mueve cada día; si no te preparas para ese encuentro o, si eres un Cristiano “Dominguero” que solo lee la Biblia cuando va a la Iglesia los Domingos o un Cristiano “Banquero” que le gusta calentar la misma silla los domingos, pero el resto de la semana se olvida de quien dio su vida por él, quien es su proveedor, su sanador, quien lo guarda desde que abre los ojos hasta que los vuelve a cerrar y aun su sueño guarda y enseña a su conciencia.
¡He aquí, vengo pronto! Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro.
Apocalipsis 22.7
MIGDALIA