Aunque Dios había fielmente bendecido a Israel, lo había rescatado milagrosamente de la esclavitud de Egipto, le proveyó la tierra prometida, le dio victoria sobre los cananeos y gran prosperidad.
“Bien pronto olvidaron sus obras; no esperaron su consejo. Se entregaron a un deseo desordenado en el desierto; y tentaron a Dios en la soledad”. Salmo 106:13, 14.
Se traen a nuestra atención, la infidelidad de Israel y sus pecados pasados.
Aquí vemos que algunos…
“Hicieron becerro en Horeb, se postraron ante una imagen de fundición”.
Salmo 106:19.
“Olvidaron al Dios de su salvación… ”. Salmo 106:21.
“Pero aborrecieron la tierra deseable; no creyeron a su palabra”. Salmo 106:24.
“Antes murmuraron en sus tiendas… ”. Salmo 106:25.
“No destruyeron a los pueblos que Jehová les dijo”. Salmo 106:34.
“Antes se mezclaron con las naciones, y aprendieron sus obras, y sirvieron a sus ídolos… ”. Salmo 106:35, 36.
El salmista entonces señaló las consecuencias inevitables.
“Se encendió, por tanto, el furor de Jehová sobre su pueblo, y abominó su heredad; los entregó en poder de las naciones, y se enseñorearon de ellos los que les aborrecían… ”. Salmo 106:40-42.
Pero, el juicio de Dios sobre los israelitas fue mezclado con su misericordia.
“Entonces clamaron a Jehová en su angustia, y los libró de sus aflicciones. Los dirigió por camino derecho, para que viniesen a ciudad habitable. Alaben la misericordia de Jehová, y sus maravillas para con los hijos de los hombres. Porque sacia al alma menesterosa, y llena de bien al alma hambrienta… Envió su palabra, y los sanó, y los libró de su ruina”. Salmo 107:6-9, 20.
Observemos cuidadosamente que el método número uno que Israel usó para el rescate, sigue siendo el mismo para todas las personas hoy en día… envió su palabra, y los sanó.
El salmista podía haber dicho simplemente… el Señor los rescató.
Pero al contrario, el escogió decir… envió su palabra, y los sanó.
Su palabra es Jesucristo, pues…
“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios”. Juan 1:1.
Su palabra, la palabra de Dios escrita, cuando la creemos y la hacemos, es el método por el cual Dios ha escogido suplir y satisfacer cada necesidad de cada persona.
“Alaben la misericordia de Jehová, y sus maravillas para con los hijos de los hombres… Véanlo los rectos, y alégrense… ¿Quién es sabio y guardará estas cosas, y entenderá las misericordias de Jehová?”. Salmo 107:8, 15, 21, 31, 42, 43.
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