Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado” Isaías 26:3
El profeta Isaías era un hombre acostumbrado a profundas experiencias con Dios. Le había sido encomendada la difícil misión de anunciar su mensaje en una época muy conflictiva. Fue criticado, perseguido, amenazado, y si pudo soportar estoicamente todo eso, no se debió a sus fuerzas sobrehumanas. Lo pudo hacer porque su Creador lo ayudaba. Este servidor fiel, mantenía una relación de tan íntima amistad con Dios, que podía disfrutar de paz aún en medio de las tormentas más intensas. Es por eso que, con toda certeza y plena convicción, alienta a sus lectores con esta maravillosa promesa: La confianza de un hombre en el poder de Dios, el meditar de continuo en su fidelidad y llenarse el corazón y la mente con sus promesas, permiten alcanzar la tan anhelada paz.
El mundo actual, somete a las personas a un nivel de presión cada vez mayor. Las consultas a centros de atención psicológica, la venta de psicofármacos, han aumentado en los últimos años de un modo alarmante. El insomnio, fobias diversas, ataques de pánico, parecen constituirse en verdaderas endemias. Aún los casos de suicidio registran un preocupante incremento en sus cifras. El hombre ha perdido la paz y no sabe como hallarla.
Amigo de las mejores palabras. ¿Has perdido la paz? ¿Creés que el presente angustiante es la antesala de un futuro peor? ¿Intentaste en tus fuerzas y a tu manera, alcanzar una felicidad esquiva? ¿Y si probás con la ayuda de Dios? Quiero animarte, yo también supe lo que es la falta de paz. Pero la encontré en Jesús. Te invito a que tomes la más sabia decisión de tu vida. Recibí a Jesucristo como tu Señor y Salvador. Permitile que te llene de su amor y de su incomparable paz. ¡Serás feliz como nunca lo fuiste!
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