Donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón. Mateo 6:21.
Los que no tienen dinero, venid, comprad… venid a mí; oíd, y vivirá vuestra alma. Isaías 55:1-3. ¿Cual su su opción?
Un joven se acercó a Jesús para formularle una importante pregunta: –“¿Qué bien haré para tener la vida eterna?” –“Guarda los mandamientos”, respondió Jesús. –“Todo esto lo he guardado”, dijo el joven. “¿Qué más me falta?” –“Anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme”. Esta respuesta puso al joven ante una opción vital: deshacerse de todos sus bienes para seguir a Jesús y adquirir las verdaderas riquezas, espirituales y celestiales, o seguir aumentando su fortuna con el temor de perderla y la insatisfacción en el corazón. ¿Qué hizo? Dio la espalda a Jesús y se fue muy triste (Mateo 19:16-22). Este joven no pudo ser salvo, no porque fuera rico, sino porque el dinero llenaba su corazón, era su ídolo, y Jesús lo sabía. ¿Cómo hacer tesoros en el cielo? Las riquezas de la tierra se desvalorizan y son presa de los ladrones. Si usted confía en Dios, participará de “las abundantes riquezas de su gracia” (Efesios 2:7). Dios da a sus hijos la oportunidad de ser: “ricos en buenas obras” (1 Timoteo 6:18), “ricos en fe” (Santiago 2:5), ricos para con Dios (Lucas 12:21), enriquecidos con las verdaderas riquezas del cielo.
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