ESCOGER LA MEJOR OPCIÓN
Definitivamente pienso que si estás receptivo al aprendizaje todos los días podrás aprender algo nuevo. Aquellos que desean recibir instrucción y sabiduría de Dios, tienen que tener los sentidos bien abiertos. Necesitamos un equilibrio para saber cuando hablar y cuando callar. Cuando escuchar y qué es lo que se nos está diciendo. Necesitamos más amor y mucha más tolerancia y paciencia. Es indispensable que los frutos del Espíritu Santo se manifiesten en nuestras vidas. Vivimos en un mundo tan acelerado, andamos todos dando vueltas de un lado para el otro. Pero en medio de ese ajetreo y esa vida precipitada y llena de afanes, tenemos que escoger la mejor parte como María. Una parte que no nos puede ser quitada. En medio de un mundo en el que la crisis económica es la orden del día, en que la tasa de enfermedades, asesinatos, violencia y suicidios aumenta, también hay una gran hambre que necesita ser saciada, hay un vacío que solo puede llenar Dios cuando se le permite entrada y se aloja en el corazón del hombre. No sé si es que mucha gente no lo percibe o se dan cuenta, pero muchas veces profesan a Dios con sus labios, pero lo niegan con sus actitudes o acciones. Este es un punto que debemos analizar seriamente y tomar conciencia. Es nuestro testimonio y nuestra vida quien les hablará a los demás de quiénes somos nosotros realmente. Por ello Pablo decía que somos cartas abiertas. De alguna manera los demás tienen que leer nuestras vidas y oler la fragancia de Dios en nosotros. Hoy más que nunca nuestra fe tiene que estar cimentada en el fundamento que es Cristo. Hoy más que ayer necesitamos establecer bases sólidas en la Palabra de Dios. No nos podemos conformar con ingerir la leche espiritual, necesitamos la vianda. Necesitamos saber dónde estamos parados y estar conscientes de hacia dónde nos dirigimos. No nos podemos contentar con mirar a Jesús desde un árbol, es necesario que él entre en nuestra casa y se adueñe de nuestras vidas. Necesitamos establecer un vínculo fuerte con nuestro Creador y ese lazo se estrecha cuando hablamos en oración y meditamos en él. No es tiempo de conformarnos con tocar solamente el borde de sus vestiduras, precisamos de postrarnos a sus pies, llenarnos de su presencia y tocar completamente al único que nos puede ayudar a continuar hacia adelante. Al Dios que promete no una esperanza sin fin, sino un sinfín de esperanza. Necesitamos sumergirnos de la cabeza a los pies en sus aguas refrescantes. Solo a través de su presencia encontraremos lo que nuestros corazones necesitan.
Autora: Brendaliz Avilés
|