El dirigente tiene más responsabilidad
A todo el que se le ha dado mucho, se le exigirá mucho; y al que se le ha confiado mucho, se le pedirá aun más
(Lucas 12: 48).
DIOS HACE DIFERENCIA ENTRE EL PECADO de la gente común y el de sus líderes.
Aparentemente, el Señor considera el pecado de los dirigentes de su pueblo de una manera distinta.
¿Por qué? Porque el dirigente tiene más luz y conocimiento que el miembro común; porque el dirigente tiene el deber de dar el ejemplo a sus dirigidos, y guiar sus pasos para que no tropiecen y caigan.
El pecado puede ser el mismo, pero las consecuencias son distintas cuando quien lo comete es un dirigente.
El miembro de iglesia se frustra y confunde más cuando su pastor comete pecado que cuando lo hace uno de los miembros de la congregación. Sobre los dirigentes recae una responsabilidad mayor: ser ejemplo de sus dirigidos.
Cuando el apóstol Pablo habla de las cualidades que debían tener los dirigentes en la iglesia de su tiempo, dice lo siguiente: «Así que el obispo debe ser intachable, esposo de una sola mujer, moderado, sensato, respetable, hospitalario, capaz de enseñar; no debe ser borracho ni pendenciero, ni amigo del dinero, sino amable y apacible.
Debe gobernar bien su casa y hacer que sus hijos le obedezcan con el debido respeto; porque el que no sabe gobernar su propia familia, ¿cómo podrá cuidar de la iglesia de Dios? Se requiere además que hablen bien de él los que no pertenecen a la iglesia, para que no caiga en descrédito y en la trampa del diablo»
(1Tim. 3: 2-7).
Claramente, Dios requiere más de los dirigentes. «El Señor había perdonado a la gente transgresiones mayores que este error de Moisés, pero no podía considerar el pecado de un dirigente del pueblo como si fuera el de uno de sus dirigidos.
No podía excusar el pecado de Moisés y permitirle entrar en la tierra prometida»
Que Dios te bendiga,
TE AMO
SILVYNA