Consuelo
Estoy en casa en la presencia de Dios, y el Espíritu Santo me consuela.
Rodeado de cosas cómodas y placenteras, me siento en casa y en calma. Mientras que éstas son meramente comodidades materiales, existe un consuelo eterno que va más allá del mundo físico.
Jesús declaró: “Y yo rogaré al Padre y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre”. Este Consolador —el Espíritu Santo— está conmigo siempre. El Espíritu Santo consuela mi alma, serena mi mente y calma mis emociones. Cuando centro mis pensamientos en Dios y me cobijo con una conciencia de Su presencia amorosa, siento consuelo. Lleno del Espíritu Santo, me siento en casa. Disfruto del aplomo que proviene de saberme en la presencia de Dios.
Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas.—Juan 14:26
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