Y Dios guardó silencio...
Cuando el pecado me acusaba y mi maldad me sentenciaba.Dios me miró con ojos de amor. Me tomó entre sus brazos y me abrazó.¡Fue tan tierno y dulce!Cuando yo quise confesarme ante Su presencia, guardó silencio y me escuchó.Pudo castigarme, emitir un veredicto. Él era el juez y yo merecía reprensión.Las consecuencias de mis actos me hacían merecedora de una penitencia.Pero él solo emitió dos palabras: "te amo" (me susurró al oído) y luego añadió: "yo soy quien quita tu culpa, es cubierto tu pecado".Yo lloraba sollozando, casi no podía respirar.El enemigo me acusaba, se burlaba, murmuraba y me recriminaba.Satanás cuestionaba que le pertenecía, reclamaba sus derechos.Pero cuando quiso mencionarle todas las faltas que yo había cometido,Jesús, mi fiel abogado y amigo, tomó su lugar y defendió mi causa.Mostró las heridas de sus manos, recordó su sacrificio perfecto.Jesús solo pronunció palabras de amor y de autoridad.Por su sangre recibí redención. Dios no se concentró en mis errores,solo guardó silencio, me miró, sonrió y me rescató diciendo: ¡cuánto te amo!Yo soy de su propiedad, tan sólo a Él le pertenezco.Y muchas veces cuando llega el desaliento, recuerdo que él es la roca de mi salvación.El fiel escondedero donde puedo acudir y refugiarme.¿Por qué sentirme desesperada? Si todos los días me purifica y por su sangre soy libertada.¿Por qué andar yo confundida u oprimida?Si Dios un día guardó silencio, me amó y me sonrió.
Autora: Brendaliz Avilés
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