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Extranjeros

 

"Queridos hermanos, les ruego como a extranjeros y peregrinos en este mundo, que se aparten de los deseos pecaminosos que combaten contra la vida." 1 Pedro 2:11"

 

Hace una semana, un par de turistas Chilenos que estaban de vacaciones en Brasil pagaron en un supermercado con un billete de 100 dólares supuestamente falso. La cajera los denunció y desde entonces estan presos e incomunicados.

La situación de los muchachos es muy incómoda porque están solos, y son extranjeros. No conocen las costumbres ni las leyes del país y todos los miran con recelo y desconfianza.

Pedro sabía muy bien lo que significaba ser extranjero. Tenía muy presentes los riesgos de ser un extraño aún entre sus propios amigos. Y por eso, alienta a sus hermanos que estaban pasando por los mismos conflictos.

Los cristianos no somos de este mundo. Pertenecemos a un Reino Celestial, que no es material, pero que es real. Nuestra ciudadanía está en los cielos. Pero a veces nos olvidamos. Y nos comportamos como locales.

Nos pasa a veces que copiamos tan bien las modas y las costumbres de los que nos rodean, que parecemos de esta tierra. Disimulamos tan bien nuestra ciudadanía celestial que nos confunden con un vecino más.

Si paseamos por el centro de la ciudad, es inconfundible un turista. Uno se puede dar cuenta con solo mirarlo. Pero no es tan sencillo distinguir a un cristiano en un grupo de personas, porque somos como el camaleón. Vamos cambiando nuestra piel para parecernos al medio que nos rodea.

Si todos mienten, también mentimos. Si todos dicen groserías, decimos groserías. Si todos roban, también robamos. Si todos dicen malas palabras, también decimos malas palabras. Si todos usan una marca de ropa, también usamos esa marca de ropa. Si todos escuchan una determinada música, también somos fanáticos de esa música. Y perdemos la identidad. Somos una copia de lo que nos rodea. Copiamos tanto que hasta parecemos lo que no somos.

Por eso Pedro les rogaba a sus hermanos y a nosotros, que marquemos la diferencia. No somos ciudadanos del cielo por tener otro acento, aunque nuestro lenguaje debería ser distinto. No somos ciudadanos del cielo por usar otro tipo de ropa, aunque nuestra vestimenta debería ser distinta.

Lo que nos distingue como ciudadanos del cielo es que evitamos los deseos pecaminosos, evitamos lo que ofende a Dios, y vivimos una vida santa, en medio de un mundo sucio y pervertido. Porque el pecado ofende a Dios. Las costumbres, los hábitos, las modas que vez a diario y que se pegan tan fácil a tu conducta, es lo que Pedro te recomienda que dejes de lado.

Que se note que eres un extranjero, que puedas marcar la diferencia con tu estilo de vida, con tu conducta, con tu manera de ser y de hablar.

Eres extranjero, pero no estas de vacaciones.

 


GRACIAS A LA HERMANA SILVIA RODRIGUEZ POR EL FONDO



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                                  AMIGOS UNIDOS EN CRISTO