Haciendo que las Cosas Sucedan
“Entonces nuestra boca se llenará de risa, Y nuestra lengua de alabanza; Entonces dirán entre las naciones: Grandes cosas ha hecho el Señor con éstos” (Salmos 126:2). “Existen tres Tipos de personas en el mundo: Las que hacen que las cosas sucedan; las que miran que las cosas suceden y las que no se dan cuenta de las cosas que suceden.” Cuando entregamos nuestra vida al Señor Jesús y confiamos en Su poder, tenemos la plena certeza de que grandes cosas acontecerán. Eso será realidad porque nuestra fe está basada en la fuerza del Señor y no en nuestra. Lo que cuenta para nosotros no es la capacidad que tenemos, ni la competencia que demostramos, ni nuestra voluntad, pero la gracia abundante y el poder incomparable de nuestro Salvador, el Rey de los reyes y el Señor de los señores. Cuando nuestra vida espiritual es flaca y mostramos indiferencia a las cosas de Dios, nos tornamos apenas espectadores de las bendiciones celestiales. Las cosas continúan aconteciendo, pero estamos siempre fuera de ellas. Los milagros acontecen en la vida de muchos hermanos, el brillo de Cristo es sentido en grande parte de la iglesia, el nombre de Él es engrandecido y glorificado en muchas ocasiones, pero nuestras vidas continúan huecas y insípidas. Debíamos ser sal de la tierra, pero nuestro condimento no tiene sabor alguno.
Cuando Cristo no hace parte de nuestros propósitos y preferimos seguir otros caminos, entonces pasamos por las carreteras del mundo sin sentir las bendiciones que Él tiene preparado para los que Lo aman y siquiera notamos que la dicha existe. Nos Acostumbramos con los chascos y frustraciones y nos conformémonos con una vida sin sueños y sin conquistas. Todo va mal en nuestros días y la única cosa que sabemos decir es: “¿qué puedo hacer? Ése es mi destino”. ¡Pero eso no es verdad! Todos tenemos el derecho de una vida de mucha alegría. Todos necesitamos participar de las grandes cosas que acontecen y no apenas contemplar las bendiciones de las otras personas. Vamos a tomar parte de la historia de la felicidad. ¡Vamos a dejar Cristo habitar en nuestros corazones!
Gracias a la hermana Silvia Rodriguez por el fondo
|