Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro. (Hebreos 4:15,16) El único poder que tiene la debilidad sobre nosotros es el que nosotros le concedemos a través del temor. Dios promete fortalecernos en nuestras debilidades si confiamos y nos volvemos e Él. (Isaías 41:10). Tenemos asumir y enfrentar nuestras debilidades y no temerlas. La gracia de Dios será suficiente para nosotros en el momento de necesidad. (2 Corintios 12:9). Podemos venir a Jesús tal como somos. Así, Él nos recibe, y nos transforma en lo que debemos ser. Nuestras debilidades constituyen un problema más grande para nosotros que para Dios. Él las entiende, y está dispuesto a darnos fortaleza. Recibimos gracia a través del canal de la fe. Te animo a empezar a recibir y dejar de lamentar tus debilidades. Es tiempo de seguir adelante.
Ora así: “Padre, gracias por fortalecerme en mis debilidades. Creo que tu gracia es suficiente para mí en cualquier situación que tenga que enfrentar. En el nombre de Jesús, amém ”