LA SANTIDAD
Para alcanzar la santidad es necesario ser obedientes, temerosos a Dios y hacer su voluntad ya que de esta manera nos purificamos, corregimos, quitamos, restituimos y eliminamos todo lo que nos obstaculiza el camino hacia la santidad; es necesario que quitemos todo yugo, rompamos cadenas que nos atan y le dejemos todas nuestras dudas, cargas, temores y preocupaciones a Dios para que, ya aliviados y livianos, sin esclavitud podamos buscar el rostro de del Padre.
Todos los día debemos hacer cambios, retomar cosas que hemos dejado de hacer, compromisos que no hemos cumplido, es un caminar hacia el perfeccionamiento…. Nada se hace de la noche a la mañana y la restauración de nuestro corazón y mente no es la excepción de la regla, a menos que nuestro Padre que está en el cielo quiera que en un abrir y cerrar de ojos seamos santos; pero lo importante no es ser santo sino permanecer santo, porque la santidad no es un momento o un alto en nuestras vidas; debe ser permanente o por lo menos procurar que esa restauración y ese cambio sea como el dínamo: en constante movimiento en nuestras vidas.
La santidad es como los planetas en sus orbitas que nunca terminan de girar y las estrellas del firmamento que solo dejan de brillar cuando mueren, pero que a diferencia de nosotros, ese brillo de santidad nos hace eternos…
Así pues nuestro Padre nos dice: sed santos porque yo soy santo 1P 1:16 y para ello nos puso como ejemplo a Jesús, nuestro maestro y modelo, creado con todos los atributos humano, semejante a nosotros, con deseos de comer, de dormir, descansar, y sometido a tentaciones…
Cuando ora en el Getsemaní Mt. 26: 39; él le dice a su Padre que si era posible que pasara esa copa,.. Aquí podemos ver al hombre ante lo que había de venir: su sufrimiento, humillación y su muerte en la cruz, pero Jesús sabía que sin su muerte y resurrección no alcanzaríamos la salvación y la expiación de los pecados 2Ts: 2-13, entonces le dijo: pero no sea como yo quiero sino como tu.
Alcanzar la estatura del varón perfecto: esa es nuestra meta.
La verdadera santificación, requiere que además de tener fe, mantengamos una intima comunión con Cristo Jn 15:4, esto es, ser sensibles a la presencia y cuidado de Dios Mat 6: 25-34, manteniéndonos en total obediencia, en oración constante, desechando todo lo malo y en continua regeneración.