Hola mis amados:
Esta mujer es un ejemplo para nosotros maravilloso, porque le creyó al Señor y no desmayo para ver realizado lo que Él le prometió, persevero no un día ni un año, sino muchos hasta ver cumplido esa palabra que le fue dada, que con esa misma pasión y empeño sigamos al Señor cada día, que no varíe nuestro amor y que El sea lo primero siempre, si así actuamos el tiempo pasara sin darnos cuenta y le conoceremos más, le amaremos y sobre todo nos gozaremos en Su presencia.
PASIÓN.
Y llegando ella en ese preciso momento, daba gracias a Dios, y hablaba de Él a todos los que esperaban la redención de Jerusalén." Lucas 2:32 (RV 60)
Ana, de la tribu de Aser, era una anciana de 84 años. Era viuda y no tenía familia. Pasaba todo el tiempo en el templo, orando y ayunando. Ella estaba esperando. Para los religiosos de su época era una mujer que hacía lo que podía, pero no era relevante. Era una presencia más en el templo, pero sin trascendencia. Sin embargo esta mujer no faltaba nunca al templo porque estaba esperando ver algo.
Durante años, insistentemente, a pesar de los problemas y enfermedades que tenía, ella volvía cada día al templo y esperaba.
Nunca se cansaba, ni se quejaba. Tal vez le dolían las articulaciones, o le pesaba la edad, le costaba caminar o veía muy poco. Sin embargo, ella iba cada día porque deseaba ver algo. ¡Qué fuente de motivación tan grande tenía Ana para hacer esta rutina cotidiana, cada día! Cualquier otra mujer, a su edad, se hubiera quedado en su casa. Pero ella volvía cada día.
Hasta que un día, finalmente, pudo ver lo que deseaba. Ana estaba llegando al templo justo cuando María y José asistían para circuncidar al niño Jesús, según lo marcaba la tradición judía. Era un rito obligatorio para todos los niños de 8 días. Así que María y
José cumplieron con el mandamiento y circuncidaron a Jesucristo. Fue en ese momento cuando la anciana Ana llegó al templo y pudo ver lo que tanto anhelaba.
¡Finalmente podía ver al Mesías! ¿Cómo supo que ese niño era el
Ungido de Dios? Cristo era igual que todos los demás bebés que iban a ser circuncidados ese día. No había nada de especial en sus pañales, ni en su familia, ni en su entorno. Sin embargo, cuando Ana lo vio supo que Jesucristo era el Dios hecho carne.
Había deseado ese momento durante años, y tuvo su única oportunidad de verlo. ¡Ana estaba viendo a Dios! Ella lo sabía y por eso su corazón explotó de alegría. No podía dejar de dar gracias a Dios por ese privilegio. Tan contenta estaba que no podía dejar de hablar del Niño a todos los que encontraba. Jesucristo genera esto: pasión.
¡Que puedas tener la misma pasión de Ana, deseando ver al Salvador!
Lo tienes muy cerca, aprovéchalo.
UNA PUERTA ABIERTA A TU META.
Edwin C. Barnes tenía un Deseo ardiente de convertirse en un asociado de negocios con el gran inventor Thomas a. Edison. No quería trabajar para Edison, quería trabajar con él.
Como un paso hacia convertir su sueño en realidad, Barnes solicitó trabajo en el laboratorio de Edison en Nueva Jersey. Lo contrataron como empleado de oficina y le pagaban el sueldo mínimo, lo que era algo muy lejos de una sociedad.
Los meses pasaron sin ningún cambio en su condición ni en su relación con Edison. La mayoría de la gente se habría rendido, sintiendo que su trabajo no la llevaba a ningún lado. Barnes, sin embargo, permaneció firme. Llegó a darse cuenta por completo del ambiente en la oficina y del trabajo de cada persona, y buscó maneras de lograr que el trabajo de cada uno fuera más placentero y eficiente. Sobre todo, permaneció dispuesto y optimista. Vio todo lo que hacía como preparación para el día cuando llegara a ser socio de Edison en una nueva empresa.
Llegó el día en que Edison le presentó a su personal de ventas su invención del dictáfono Edison. No creían que se vendería. Sin embargo, ¡Barnes vio esta máquina de apariencia extraña como su oportunidad! Se dirigió a Edison, anunciándole que le gustaría vender el dictáfono. Puesto que nadie más demostró entusiasmo alguno por él, Edison le dio la oportunidad al joven. Le concedió un contrato exclusivo para distribuir y promover la máquina de oficina por los Estados Unidos. Edwin Barnes tuvo éxito en alcanzar su meta de trabajar con el gran inventor, y al mismo tiempo lograr su meta de tener éxito en los negocios.
¿Tienes una meta en mente o en tu corazón hoy?
Gálatas 6:10 Por lo tanto, siempre que tengamos la oportunidad, hagamos bien a todos.
Fuente: Desayuno con Dios, Editorial Unilit.
Puedes estar seguro de que la alcanzarás mientras sirves a otros y los ayudas a alcanzar sus propias metas. La ayuda que le ofreces a un miembro de la familia, a un vecino, a un compañero de trabajo o a tu jefe hoy regresará a ti en éxitos mañana. Tal vez la oportunidad te llegue hoy disfrazada de mala suerte, derrota, rechazo o fracaso. Mira más allá de los problemas para considerar las posibilidades. En fe, ayuda a una persona a superar sus dificultades y te sorprenderás por las cosas buenas que Dios envía a tu camino.
Los amo y bendigo en Jesucristo.
MAGNOLIA
MÉTELA EN TU CORAZÓN
Según un predicador escocés, guardar la palabra en el corazón es meter una cosa buena en un buen lugar para un buen fin. Muchos tienen la Biblia en la cabeza, o en el bolsillo. Lo que necesitan es tenerla en el corazón. -D.L. Moody-
"En mi corazón he guardado tus dichos, Para no pecar contra ti"
Salmo 119:11
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