Hola mis amados:
Esta fábula es maravillosa porque todos queremos ser el tigre y no la liebre, deseamos que nos sirvan siempre y no servir, que nos atiendan como merecemos pero no hacerlo nosotros, cuanta bendición hay en servir a los demás sin esperar nada a cambio pero el Señor no nos dejara sin recompensa jamás, Él es Fiel y se goza de ver que imitamos a Jesús, por tanto manos a la obra.
SE COMO LA LIEBRE!
Un día una joven, dando un paseo por el monte, vio sorprendida que una pequeña liebre le llevaba comida a un enorme tigre malherido que no podía valerse por sí mismo. Le impresionó tanto al ver este hecho, que regresó al siguiente día para ver si el comportamiento de la liebre era casual o habitual.
Con enorme sorpresa pudo comprobar que la escena se repetía: la liebre dejaba un buen trozo de carne cerca del tigre.
Pasaron los días y la escena se repitió de un modo idéntico, hasta que el tigre recuperó las fuerzas y pudo buscar la comida por su propia cuenta.
Admirada por la solidaridad y cooperación entre los animales, se dijo: "No todo está perdido. Si los animales, que son inferiores a nosotros, son capaces de ayudarse de este modo, mucho más lo haremos las personas".
Así que la joven decidió rehacer la experiencia... se tiró al suelo, simulando que estaba herida, y se puso a esperar que pasara alguien y la ayudara. Pasaron las horas, llegó la noche y nadie se acercó en su ayuda.
Siguió así durante todo el día siguiente... y el siguiente. Ya se iba a levantar, con la convicción de que la humanidad no tenía el menor remedio, cuando sintió dentro de sí todo el desespero del hambriento, la soledad del enfermo y la tristeza del abandono.
Su corazón estaba devastado, ya casi no tenía fuerzas para levantarse.
Entonces allí, en ese instante, oyó... ¡con qué claridad, qué hermoso! Era una voz, muy dentro de ella, que decía: "Si quieres encontrar a tus semejantes, si quieres sentir que todo ha valido la pena, si quieres seguir creyendo en la humanidad... deja de hacer de tigre y simplemente sé la liebre".
Si bien todos nosotros atravesamos y atravesaremos momentos difíciles en la vida en los que necesitaremos el apoyo de otros en el camino, la historia de hoy nos lleva a reconocer que siempre debemos considerar ser nosotros quienes ayudemos en vez de quienes recibamos la ayuda. Y es que en realidad no podemos hacer nada para que otros se interesen en nuestra necesidad, pero en cambio, sí que podemos hacer mucho interesándonos en las de los demás. Una vez un niño, al oírme compartir sobre este principio, me preguntó: "Pastor, pero si siempre me preocupo por ayudar a los demás, ¿quién se preocupará por ayudarme a mí?" Mi respuesta del momento la recuerdo como si fuese hoy, tal vez porque me la he repetido a mí mismo miles de veces (cuando me siento un tanto solo y derrotado): "¡Dios vendrá en tu ayuda!" ¡Lo maravilloso es que por más de 40 años he visto a Dios hacerlo... una y otra vez! Si tal vez sientas que esto está más allá de tu experiencia y capacidad, ¿por qué no hacer un tiempo para adorar en compañía de otros creyentes, al Salvador este fin de semana? Tal vez descubras que será más lo que Él te dé que lo que tú puedas darle... y salgas renovado para vivir una vida distinta y más plena.
Adelante y que el Señor haga resplandecer Su rostro sobre cada uno de ustedes.
LA HUMILDAD DE UN GRAN HOMBRE
Leer I Corintios 15:9
Cuando hablamos de la humildad, nuestro ser se conmueve, porque nos cuesta ser humildes y aún también, mostrar humildad.
“Porque yo soy el más pequeño de los apóstoles que no soy digno de ser llamado apóstol”
Muchas veces encontramos personas, que hacen una división entre ser humildes y mostrarse humildes. Pero el que es sustancialmente humilde, no tiene problemas en poder mostrarlo naturalmente, porque la humildad aflora.
Este texto es uno de los que muestran la humildad del apóstol, y es tan abierto para reconocer lo que él es, que aun eso, para él es motivo de alabar a Dios diciendo “No soy digno de ser llamado apóstol”...pero porque Dios quiso, ...“soy llamado apóstol”.
Él va a hablar de un tema tan importante como la resurrección de los muertos, y comienza una explicación de antecedentes sobre el tema.
Pero no encuentra una explicación más cercana a sí mismo, que su propia experiencia. En otras palabras él se ha ganado el derecho y la autoridad de hablar del tema que continua.
El vio a Jesucristo resucitado y no usa ese hecho con vanidad, sino explicando lo que Dios hizo por Su Gracia. Pablo aprendió la lección de que el Señor es quien merece toda la Gloria.
Como necesitamos esta actitud dentro de nuestro propio ser!. Es en nuestro interior donde debemos comenzar a ser humildes, necesitamos saber que si algo somos, es por su amor que no merecemos.
Luego las buenas acciones que hagamos, no importa si los demás las ven o no, lo importante es que Dios las ve. El orgullo es quien nos obliga a mostrar las cosas buenas que hacemos, para recibir la gratitud de los demás, y también los aplausos de la gente.
Lo cierto es que en su momento, Dios se encargara de poner las cosas en su lugar. Cuando nosotros nos damos una importancia desmedida, achicamos el trabajo de Dios en nosotros y asumimos una gloria que no nos pertenece.
Pero ¡que diferente es darnos cuenta de que todo lo que somos y tenemos es por El!, como nos dice en Romanos 14:7 “Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí. Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos”.
¡Señor ayúdanos para vivir en humildad dándote la gloria solo a ti¡
Por Daniel L. Bustamante.
Es un ejemplo para nosotros el apóstol Pablo, El reconocía que no era merecedor de ser llamado apóstol, pero al Señor le plació y le sirvió con un corazón dispuesto y humilde, así es como dice Jesús, que aprendamos de El que es manso y humilde de corazón, que cada día estemos a los pies del Maestro para que nos haga más humildes y El reciba toda la Gloria.
Los amo y bendigo en Jesucristo.
MAGNOLIA