Hola mis amados:
El Señor nos ha capacitado para que peleemos la buena batalla de la fe, en ella debemos tener mecanismos de defensa para todo aquello que venga a querernos sacar del Reino de los cielos, por esa razón debemos estar atentos, tener la Palabra de Dios como espada para combatir todo argumento, ataque del enemigo o cuando la carne quiera sobresalir, ahí es cuando en verdad somos vencedores, que cada día en oración, lectura de la Palabra y dependencia absoluta del Señor, seamos más que vencedores.
CARACOL SIN CASA
Se podría decir que el nudibranquio o "babosa de mar" es un caracol sin caparazón lo que haría que este animal quede totalmente desprotegido. Pero, para defenderse, este ingenioso animal ha desarrollado algunos métodos muy interesantes.
Algunas babosas tienen coloraciones espectaculares en forma de bandas o puntos que rompen su silueta confundiendo su aspecto.
Otras combinan colores que en el mar son advertidores de veneno para los depredadores como el rojo y negro o amarillo, naranja y negro.
Otras especies poseen espículas calcáreas en la piel, otras tienen mal sabor o segregan sustancias tóxicas para defenderse de un ataque.
Estos moluscos tienen un régimen carnívoro sumamente especializado: se alimentan de esponjas, cnidarios y briozoos. Algunas especies poseen apéndices dorsales en forma de sacos. En éstos receptáculos acumulan las células urticantes de las anémonas e hidroideos que les sirvieron de alimento, de modo que cuando un depredador las muerde, liberan los apéndices y el atacante queda escarmentado.
Tito Rodriguez
Director Instituto Argentino de Buceo
Cómo el caracol sin casa, los cristianos necesitamos estar conscientes de que Dios quiere que desarrollemos sistemas de defensa para mantenernos en victoria en medio de un mundo lleno de ataques y de un ataque espiritual continuo. Nuestros sistemas de defensa son la oración, el estudio diario de la Palabra de Dios y las disciplinas espirituales. Cuando un creyente vive en contacto permanente con Dios, ni el mundo, ni el demonio ni la carne podrán llevarlo al desastre. ¿Cómo están tus defensas espirituales?
II Crónicas 6:40 Ahora, Dios mío, te ruego que tus ojos se mantengan abiertos, y atentos tus oídos a las oraciones que se eleven en este lugar.
Proverbios 15:29 El Señor se mantiene lejos de los impíos, pero escucha las oraciones de los justos.
Filipenses 1:19 Porque sé que, gracias a las oraciones de ustedes y a la ayuda que me da el Espíritu de Jesucristo, todo esto resultará en mi liberación.
UN JUEGO SIN REGLAS
El conflicto, el arte de estar en desacuerdo pero seguir tomándose de la mano, es un juego sin reglas. Puede que suene raro hablar de conflicto como de “juego”, pero en cierto sentido lo es. Todo desacuerdo marital tiene dos jugadores, un punto de salida y una línea de meta. Existe un campo de juego y un tiempo límite, y hay también penaltis, faltas y causas para la descalificación a lo largo del camino. Asimismo hay ganadores y perdedores, aunque en este juego, a diferencia de ningún otro, pueden ganar o perder ambos jugadores.
Puede que usted esté pensando ahora: "si el conflicto es un juego, entonces prefiero no jugar.” Lo siento mucho, pero el conflicto es parte del verdadero juego de la vida, y no existe la opción de negarse a jugar. Las diferencias en personalidad y temperamento, las múltiples exigencias de tiempo, los recursos limitados y la gran locura de la vida moderna, todo eso conspira para crear desacuerdos ocasionales (o más que ocasionales) entre los cónyuges.
En el matrimonio no se puede evitar el conflicto. El objetivo es entonces aprender a jugar el juego de la forma más placentera y productiva posible. Sabemos de las abuelas que aleccionaban a sus nietos “pelea con educación”, ¡Vaya idea! Para la mayoría de nosotros, la mera idea de pelear educadamente es una contradicción. Se puede pelear o se puede ser educado; usted elige. Pero hacer las dos cosas a la vez es algo que muchas parejas desconocen. Lo crean o no, se puede pelear con educación. Aquí es donde entran en acción reglas claras y un buen árbitro, que es lo que falta muchas veces en los conflictos.
Como no tenemos árbitros que supervisen nuestros conflictos personales, nosotros tenemos que ser nuestros propios árbitros. Pero, ¿qué reglas debemos aplicar? ¿Qué errores y peligros tenemos que vigilar? ¿Qué comportamiento debemos recomendar?
No se trata de una lista de reglas que nosotros creemos que usted debe aplicar sino una oportunidad de que usted y su cónyuge acuerden sus propias directrices para conflictos exitosos.
Una advertencia: Las reglas permiten que un partido se juegue de forma limpia y eficiente, pero los juegos no se hacen solo de reglas. El éxito es más que serie de reglas. Depende mucho más de la actitud con la que usted llega al juego: humildad, generosidad, amabilidad y un deseo autentico de arreglar las cosas. Si usted es testarudo o tiene la idea de castigar a su cónyuge no habrá reglas que le impidan hacerlo. Las reglas de este libro pueden mejorar su técnica en el conflicto, pero la actitud que haya tras la técnica es algo crucial. Todos tenemos desacuerdos, eso es inevitable. La cuestión es ¿cómo podemos estar en desacuerdo con quienes amamos y al mismo tiempo aumentar las posibilidades de vivir para amar y pelear otro día? ¿Cómo podemos aprender a Jugar limpio?
Hoy en día se escribe mucho sobre padres que no se involucran, esposos pasivos y esposas irresponsables. Pero existe otro problema al que se enfrentan los matrimonios. Es el problema de padres involucrados, esposos activos y esposas responsables. ¿Cómo puede ser eso un problema? ¿Es que acaso esas cualidades no son buenas para los hijos, buenas para la sociedad, buena para el mundo? Sí, pero en el matrimonio son difíciles. Hoy existen millones de matrimonios que no son flojos, ni egoístas, ni incumplidores; son personas incansables y se sacrifican.
Anteponen los hijos, anteponen el trabajo, anteponen la iglesia. Anteponen todo a su propio matrimonio. Pero si invertimos en todo y en todos menos en nosotros, el matrimonio llega a convertirse en un negocio frio, solitario y decepcionante. Y ahí es cuando las nubes tormentosas comienzan a oscurecer el cielo que tenemos encima.
Si usted y su cónyuge se toman tiempo para estar juntos, si se acostumbran a alentarse y apoyarse mutuamente, entonces se da una confianza en la relación que forma una defensa contra los malos entendidos y la mala comunicación, una defensa hecha de aptitudes tales como:
- Estoy seguro de que me amas aunque últimamente no me lo hayas dicho.
- Yo sé que aunque no se note, lo estas intentando.
- Sé que tu intención es buena aunque las cosas resulten mal.
- Aunque te equivoques, tengo una buena imagen de ti.
- Confió en ti aunque no esté allí contigo.
Para muchos de nosotros los matrimonios se han convertido en eficientes y practicas aventuras de negocios, con poca pasión o profundidad tras ellas. Entonces, esa barrera protectora contra el conflicto se evapora, y una nube oscura de actitudes negativas toma lugar:
- No estoy segura de que me ames, porque nunca lo expresas.
- No estoy seguro de que de verdad lo estés intentando, porque no se nota.
- Creo que lo haces a propósito, porque sigue saliendo mal.
- Cuando te equivocas, tengo peor opinión sobre ti.
- No confió en ti, a menos que este allí contigo.
El matrimonio es una sociedad, una unión en el amor que nos dice 1ª Corintios capítulo 13, por tanto como es una inversión de dos personas, que todo lo que hagamos sea para bienestar, para salir adelante, para ayudar, para soportar y ser el apoyo del cónyuge cuando se necesite, que nuestras palabras sean de animo, llenas de amor y comprensión y que el perdón este siempre presente, ya que no hay nadie perfecto, que sea cada pareja una bendición en esta tierra es lo que desea el Señor.
Los amo y bendigo en Jesucristo.
MAGNOLIA
MÉTELA EN TU CORAZÓN
Según un predicador escocés, guardar la palabra en el corazón es meter una cosa buena en un buen lugar para un buen fin. Muchos tienen la Biblia en la cabeza, o en el bolsillo. Lo que necesitan es tenerla en el corazón. -D.L. Moody-
"En mi corazón he guardado tus dichos, Para no pecar contra ti"
Salmo 119:11
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