Hola mis amados:
Hoy en día el culto al cuerpo va en auge siempre, se anuncia por los medios de que debes perder peso, tallas y tener un cuerpo esculpido y atractivo a todos, eso es lo que el sistema quiere implantar en las personas, pero que espera el Señor de nosotros?, que le busquemos con todo el corazón, que obedezcamos Su Palabra, que mantengamos una comunión intima a través de la oración, de adorarle y rendirnos ante El en todo momento, esto es lo más valioso y lo que en verdad vale la pena, por tanto preocupémonos más por nuestro espíritu que por el cuerpo que al fin y al cabo se quedara en esta tierra.
VIGOREXIA
¿Sabe lo que es eso?
Existen personas (generalmente mujeres jóvenes) que sufren de una condición que se llama anorexia nerviosa que presentan una percepción muy diferente de la que les devuelve el espejo: piensan que están muy gordas, cuando en realidad es que están muy delgadas.
Del mismo modo, existen personas (generalmente hombres) que piensan que no están lo suficientemente fornidos y pasan horas y horas en los gimnasios, desarrollando músculos y muchos de ellos tomando peligrosas sustancias anabólicas para hacer crecer más su musculatura.
Esto es lo que se llama vigorexia, condición descrita en 1997 por Harrison Pope. Esta afección aún no está reconocida todavía por el Manual de Psiquiatría, pero existen evidencias de que es un trastorno del grupo de las obsesiones-compulsiones.
Los síntomas de la vigorexia son:
• Ir al gimnasio más de una vez por día ejercitándose más de una o dos horas por sesión.
• Hacer ejercicio absolutamente todos los días.
• Tener terror de engordar y por ello sigue haciendo ejercicios a pesar de sufrir lesiones musculares o tendinosas repetidas.
• Hacen del desarrollo de su musculatura el centro de su vida y por ello dejan a veces de ir al trabajo o la Universidad por ir al gimnasio.
De 10 millones de personas que van al gimnasio por lo menos un millón es vigorexica.
Si la misma pasión por la belleza del cuerpo, la pusiéramos por la belleza del alma y el desarrollo del espíritu otra canción entonaría nuestro corazón.
El Rey David clamaba por encontrarse con Dios cada mañana.
Lo más importante en nuestra vida no es lo de afuera es lo de adentro.
¿Ya hablaste con El hoy?
Señor, de mañana oirás mi voz; de mañana me presentaré delante de Ti y esperaré. Salmo 5:3
Despierta, alma mía; despierta, salterio y arpa; Me levantaré de mañana. Salmo 57:8
Pero yo cantaré de Tu poder, Y alabaré de mañana Tu misericordia; Porque has sido mi amparo Y refugio en el día de mi angustia. Salmo 59:16
DE EJECUTIVO A CONSERJE
El pasillo está en silencio excepto por las ruedas del balde y los pies que va arrastrando el viejo. Ambos suenan cansados
Ambos conocen estos pisos. ¿Cuántas noches los ha limpiado Hank? Siempre cuidando de limpiar los rincones. Siempre cuidadoso de colocar su letrero amarillo de advertencia debido a los pisos mojados. Siempre se ríe al hacerlo. «Cuidado todos», se ríe para adentro, sabiendo que no hay nadie cerca.
No a las tres de la mañana.
La salud de Hank ya no es la de antes. La gota siempre lo mantiene despierto. La artritis lo hace renquear. Sus gafas son tan gruesas que sus globos oculares aparentan ser el doble de su tamaño real. Sus hombros están caídos. Pero realiza su trabajo. Empapa el piso con agua jabonosa. Friega las marcas de los tacones que han dejado los abogados de paso firme. Acabará su tarea una hora antes de la hora de irse. Siempre finaliza temprano. Ha sido así durante veinte años.
Cuando acabe guardará su balde y se sentará afuera de la oficina del socio de mayor antigüedad y esperará. Nunca se va temprano. Podría hacerlo. Nadie lo sabría. Pero no lo hace.
Una vez quebrantó las reglas. Nunca más.
A veces, si la puerta está abierta, entra a la oficina. No por mucho tiempo. Sólo para mirar. La oficina es más grande que su apartamento. Recorre con su dedo el escritorio. Acaricia el sofá de suave cuero. Se queda de pie ante la ventana y observa mientras el cielo gris se torna dorado. Y recuerda.
Una vez tuvo una oficina como esta.
Por allá cuando Hank era Henry. En aquel entonces el encargado de limpieza era un ejecutivo. Hace mucho tiempo. Antes del turno nocturno. Antes del balde de limpiar. Antes del uniforme de mantenimiento. Antes del escándalo.
Hank ya no piensa mucho en el asunto. No hay razón para hacerlo. Se metió en dificultades, lo despidieron y se fue de allí. Eso es todo. No hay muchos que sepan del asunto. Mejor así. No hay necesidad de decirles nada al respecto.
Es su secreto.
La historia de Hank, dicho sea de paso, es real. Cambié el nombre y un detalle o dos. Le asigné un trabajo diferente y lo ubiqué en un siglo diferente. Pero la historia es verídica. La has escuchado. La conoces. Cuando te dé su verdadero nombre, te acordarás.
Pero más que una historia verdadera, es una historia común. Es una historia sobre un sueño descarrilado. Es una historia de una colisión entre esperanzas elevadas y duras realidades.
Les sucede a todos los soñadores. Y como todos hemos soñado, nos sucede a todos.
En el caso de Hank, se trataba de un error que nunca podría olvidar. Un grave error. Hank mató a alguien. Se encontró con un matón que golpeaba a un hombre inocente y Hank perdió el control. Asesinó al asaltante. Cuando se corrió la voz, Hank se fue.
Hank prefiere esconderse antes que ir a la cárcel. De modo que corrió. El ejecutivo se convirtió en un fugitivo.
Historia verídica. Historia común. La mayoría de las historias no llega al extremo de la de Hank. Pocos pasan sus vidas huyendo de la ley. Muchos, sin embargo, viven con remordimientos.
«Podría haber tenido una beca en golf en la universidad», me dijo un hombre la semana pasada estando en la cuarta área de salida. «Tuve una oferta apenas salí de la secundaria. Pero me uní a una banda de rock-and-roll. Al final nunca fui. Ahora estoy atrapado reparando puertas de garaje».
«Ahora estoy atrapado». Epitafio de un sueño descarrilado.
Toma un anuario de la escuela secundaria y lee la frase de «Lo que quiero hacer» debajo de cada retrato. Te marearás al respirar el aire enrarecido de visiones de cumbres de montañas:
«Estudiar en universidad de renombre».
«Escribir libros y vivir en Suiza».
«Ser médico en país del Tercer Mundo».
«Enseñar a niños en barrios pobres».
Sin embargo, lleva el anuario a una reunión de ex compañeros a los veinte años de graduados y lee el siguiente capítulo. Algunos sueños se han convertido en realidad, pero muchos no. Entiende que no es que todos deban concretarse. Espero que ese pequeñito que soñaba con ser un luchador de sumo haya recuperado su sentido común. Y espero que no haya perdido su pasión durante el proceso. Cambiar de dirección en la vida no es trágico. Perder la pasión sí lo es.
Algo nos sucede en el trayecto. Las convicciones de cambiar el mundo se van degradando hasta convertirse en compromisos de pagar las cuentas. En lugar de lograr un cambio, logramos un salario. En lugar de mirar hacia adelante, miramos hacia atrás. En lugar de mirar hacia afuera, miramos hacia adentro.
Y no nos agrada lo que vemos.
A Hank no le gustaba. Hank veía a un hombre que se había conformado con la mediocridad. Habiendo sido educado en las instituciones de mayor excelencia del mundo, trabajaba sin embargo en el turno nocturno de un trabajo de salario mínimo para no ser visto de día.
Pero todo eso cambió cuando escuchó la voz que provenía del balde. (¿Mencioné que esta historia es verídica?)
Al principio pensó que la voz era una broma. Algunos de los hombres del tercer piso hacen trucos de este tipo.
-Henry, Henry -llamaba la voz.
Hank giró. Ya nadie le decía Henry.
-Henry, Henry.
Giró hacia el balde. Resplandecía. Rojo brillante. Rojo ardiente. Podía percibir el calor a dos metros de distancia. Se acercó y miró hacia adentro. El agua no hervía.
-Esto es extraño -murmuró Hank al acercarse un paso más para poder ver con mayor claridad. Pero la voz lo detuvo.
-No te acerques más. Quítate el calzado. Estás parado sobre baldosa santa.
De repente Hank supo quién hablaba.
-¿Dios?
No estoy inventando esto. Sé que piensas que sí lo hago. Suena alocado. Casi irreverente. ¿Dios hablando desde un balde caliente a un conserje de nombre Hank? ¿Sería creíble si dijese que Dios le hablaba desde una zarza ardiente a un pastor llamado Moisés?
Es la historia de Moisés..No es Hank..es Moisés y la historia podría repetirse y podrías ser tu.
Ya no huyas... Aún hay una nueva oportunidad.
Max Lucado, M. 2001. Cuando Dios susurra tu nombre . Caribe-Betania Editores: Nashville
Oyendo Faraón acerca de este hecho, procuró matar a Moisés; pero Moisés huyó de delante de Faraón, y habitó en la tierra de Madián. Éxodo 2:15
Viendo el Señor que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo !Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí. Éxodo 3:4
Y Dios le dijo: Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tuvo miedo de mirar a Dios. Éxodo 3:6
Es así de sencillo, el pecado hace que corramos a escondernos como lo hizo Adán y Eva cuando comieron del fruto prohibido, no han sido los únicos y en esto se incurre muchas veces, pero el Señor está a nuestro lado porque nos ama esperando que reconozcamos que hemos hecho lo malo y que le pedimos que nos perdone para poder tener una vida tranquila, sin remordimientos y con la conciencia en paz, esto es lo que Él nos ha proporcionado a través del sacrificio de Cristo en la Cruz, Él se hizo pecado por nosotros y nos ha dado vida Eterna y en abundancia, no tardemos en ir a El que nos recibe con los brazos abiertos a causa de amarnos tanto.
Los amo y bendigo en Jesucristo.
MAGNOLIA
MÉTELA EN TU CORAZÓN
Según un predicador escocés, guardar la palabra en el corazón es meter una cosa buena en un buen lugar para un buen fin. Muchos tienen la Biblia en la cabeza, o en el bolsillo. Lo que necesitan es tenerla en el corazón. -D.L. Moody-
"En mi corazón he guardado tus dichos, Para no pecar contra ti"
Salmo 119:11