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General: Juan Beyzym, Beato
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Juan Beyzym, Beato |
Presbítero Jesuita, 2 de octubre |
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Juan Beyzym, Beato |
Apóstol de los lebrosos en MadagascarMartirologio Romano: En
Fianarantsoa, en la isla de Madagascar, beato Juan Beyzym, presbítero
de la Compañía de Jesús, que ejerció su ministerio junto a los
leprosos, a los que prodigó una obra de caridad en favor de sus cuerpos
y de sus espíritus (1912).
Nacido en Beyzymy Wielkie (actualmente Ucrania), el 15 de mayo de
1850 y murió el 2 de octubre de 1912, en en Fianarantsoa, Madagascar,
es el apóstol de los leprosos de Madagascar.
Fray Beyzym fue
el primer sacerdote en vivir entre las víctimas de la enfermedad de
Hansen (lepra) en la historia de la misión de Madagascar.
Apostolado instrucción
Después de que sus estudios
secundarios, él entró al noviciado Jesuíta Stara Wies el 10 de
diciembre de 1872. Se ordenó el 26 de julio de 1881 en Kraków.
Fray
Beyzym trabajó durante 17 años como un educador de jóvenes en las
Universidades Jesuítas de Tarnopol y Chyrów. Durante todo este tiempo
él estaba discerniendo un llamado de Dios para servir en la difícil
misión entre los leprosos en Madagascar. En 1898, cuando tenía 48 años,
viajó hacia Madagascar para empezar su apostolado. "Yo sé muy bien",
escribió en 1897 a Fray Louis Martin (General en Roma), "lo que es la
lebra y lo que debo esperar, pero todo esto no me asusta, al contrario,
me atrae."
Misión entre los leprosos en Madagascar
Apenas
llegado a Red Island (Madagascar) fue enviado al leprocomio de
Ambahivoraka cerca de Antananarivo, donde 150 personas enfermas vivían
en abandono casi total en el desierto, lejos de las personas sanas.
Vivían en chozas que eran divididas en pequeños cuartos sin piso ni
moviliario. No recibían ninguna medicación y vivían, día a día, sin
ningún tipo de asistencia. Muchos morían a menudo de hambre en lugar de
su enfermedad.
Después de dos semanas en el hospicio, Fray Beyzym escribió en 1899
a Rodolphe de Scorraille, Superior de la Provincia de Champagne y sus
misiones, una carta para presentar las condiciones indescriptibles
encontró y admite que le pidió al Señor que le ayudara a traer alivio a
esta miseria y que lloró en privado por los sufrimientos de estas
personas.
Sin embargo, él no se doblegó ante esta realidad. Consagró toda su
fuerza, sus talentos como organizador y, sobre todo, su corazón al
enfermo. Vivió entre ellos para demostrarles el hecho de que eran seres
humanos y que ellos merecían la salvación.
Recolectó dinero y probó ayudándolos de cuanta manera pudo. En
aquel momento no existía ninguna medicación eficaz para la enfermedad
de Hansen. Sin embargo, Fray Beyzym notó que una comida saludable y la
higiene adecuada limitaba el contagio, y que estas dos condiciones
juntas impidian progresar a la enfermedad.
Fray P. Sau, testigo ocular, escribió de Fr Beyzym que durante su
vida, "sorprendido dolorosamente por la visión de la pobreza extrema de
Ambahivoraka, llamó a la caridad de sus compatriotas polacos y pronto
pudo aumentar la ración de arroz de sus niños. La mejora en la dieta
redujo el número de entierros de 5 o 7 por semana a 5 por año" (La
Mission de Madagascar a vol d´oiseau, pp. 62-63).
Otro testigo ocular, Fray A. Niobey, escribió sobre la devoción de
Fray Beyzym al cuerpo y alma del enfermo: "Su devoción a sus leprosos
era inquebrantable. No poseía nada, pero entregaba lo poco que podía
disponer desinteresadamente. Su respuesta a cada objeción siempre era:
"Lo que hagas a la menor de mis criaturas a mi me lo haces. Nosotros
debemos hacer como los comerciantes de esta tierra: debemos buscar la
mayor ganancia" (Carta, junio 3 de 1913).
Respondiendo al provincial que le preguntó sobre las condiciones de
trabajar con los enfermos, dijo: "Uno debe estar en unión constante con
Dios y debe orar sin la tregua. Uno debe acostumbrarse poco a poco al
hedor, aquí nosotros no respiramos el olor de flores sino el olor de
putrefacción generado por la lepra en los cuerpos". (Carta, abril 18 de
1901).
Sin embargo, esto "habilidad" no vino en seguida. Fray Beyzym
admitió que al principio sentía repulsión a la vista de las víctimas.
Varios veces incluso se desmayó.
Su ardiente meta era construir
un hospital donde los leprosos tendrían cuidados de y se protegerían de
la permisibidad moral que prevaleció en los hospicios. En 1903 dejó
Ambahivoraka para ir a construir un hospital a Marana cerca de
Fianarantsoa. Hablando de la inauguración del hospital el 16 de agosto
de 1911, Fray J. Lielet, doctor en medicina, dijo "el leprocomio de
Fray Beyzym ha sido abierto finalmente.... La construcción y
equipamiento de este inmenso hospital en un país donde falta todo era
una tarea colosal, pero él completó la tarea. Llegando sin dinero,
encontró maneras de colectar miles de francos en Europa (principalmente
en Polonia, Austria y Alemania) para semejante distante proyecto, su
confianza en la ayuda de Dios era inbatible. La providencia ha
realizado casi milagros para él" (Chine, Ceylan, Madagascar, 1912, pág.
94). Él deseaba lograr condiciones de vida más humana para las víctimas
de la enfermedad de Hansen.
El hospital todavía existe hoy e iradia amor, esperanza y justicia
- las virtudes que hicieron su construcción posible. Desde 1964
pequeñas casas han sido construidas cerca al hospital para alojar a los
familiares de los enfermos.
Vida interna, alma de su apostolado.
La vida interna
de Fray Beyzym está marcada por una atadura profunda con Cristo y la
Eucaristía. La Misa era el centro de su vida; él deploró el hecho que
la pequeña iglesia cerca de la misión no tenía ni siquiera un
tabernáculo permanente y que durante la estación lluviosa el agua
goteaba sobre el altar durante Misa. Él era gran devoto de María y
atribuyó sus éxitos a María siendo él tan sólo su instrumento. Era un
hombre de acción y un obrero incansable, pero también un hombre de
oración - Atribuyó a la oración un papel esencial en su vida
apostólica, subrayando su importancia para lograr santidad. Fray Beyzym
era un contemplativo en acción en el estilo de San Ignacio de Loyola.
Tenía problemas diarios y batalló contra mil cuidados y sufrimientos,
pero era sobre todo un hombre de oración. La oración era la fuente de
su fortaleza. No teniendo mucho tiempo por la oración callada, oraba
todo el tiempo y en todas partes. Repitía a menudo que su oración no
merecía mucho la pena y que tenía problema orando. Por esto era qué él
les pidió a las monjas Carmelitas que oraran para él.
Fué beatificado por Su Santidad Juan Pablo II el 18 de agosto del 2002, en Kraków, Polonia | |
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Gracias Ethel.
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