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General: FUNDADOR DE LOS CARTUJOS
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De: Chiioriginal (Missatge original) |
Enviat: 06/10/2009 15:47 |
Fundador de los Cartujos Octubre 6
Bruno significa: "fuerte como una coraza o armadura metálica" (Brunne, en alemán es coraza).
Este
santo se hizo famoso por haber fundado la comunidad religiosa más
austera y penitente, los monjes cartujos, que viven en perpetuo
silencio y jamás comen carne ni toman bebidas alcohólicas.
Nació en Colonia, Alemania, en el año 1030. Desde joven demostró
poseer grandes cualidades intelectuales, y especialísimas aptitudes
para dirigir espiritualmente a los demás. Ya a los 27 años era director
espiritual de muchísimas personas importantes. Uno de sus dirigidos fue
el futuro Papa Urbano II.
Ordenado sacerdote fue profesor de teología durante 18 años en
Reims, y Canciller del Sr. Arzobispo, pero al morir éste, un hombre
indigno, llamado Manasés, se hizo elegir arzobispo de esa ciudad, y
ante sus comportamientos tan inmorales, Bruno lo acusó ante una reunión
de obispos, y el Sumo Pontífice destituyó a Manasés. Le ofrecieron el
cargo de Arzobispo a nuestro santo, pero él no lo quiso aceptar, porque
se creía indigno de tan alto cargo. El destituido en venganza, le hizo
quitar a Bruno todos sus bienes y quemar varias de sus posesiones.
Dicen que por aquel tiempo oyó Bruno una narración que le
impresionó muchísimo. Le contaron que un hombre que tenía fama de ser
buena persona (pero que en la vida privada no era nada santo) cuando le
estaban celebrando su funeral, habló tres veces. La primera dijo: "He
sido juzgado". La segunda: "He sido hallado culpable". La tercera: "He
sido condenado". Y decían que las gentes se habían asustado muchísimo y
habían huido de él y que el cadáver había sido arrojado al fondo de un
río caudaloso. Estas narraciones y otros pensamientos muy profundos que
bullían en su mente, llevaron a Bruno a alejarse de la vida mundana y
dedicarse totalmente a la vida de oración y penitencia, en un sitio
bien alejado de todos.
Teniendo todavía abundantes riquezas y gozando de la amistad de
altos personajes y de una gran estimación entre la gente, y pudiendo,
si aceptaba, ser nombrado Arzobispo de Reims, Bruno renunció a todo
esto y se fue de monje al monasterio de San Roberto en Molesmes. Pero
luego sintió que aunque allí se observaban reglamentos muy estrictos,
sin embargo lo que él deseaba era un silencio total y un apartamiento
completo del mundo. Por eso dispuso irse a un sitio mucho más alejado.
Iba a hacer una nueva fundación.
San Hugo, obispo de Grenoble, vio en un sueño que siete estrellas
lo conducían a él hacia un bosque apartado y que allá construían un
faro que irradiaba luz hacia todas partes. Al día siguiente llegaron
Bruno y seis compañeros a pedirle que les señalara un sitio muy
apartado para ellos dedicarse a la oración y a la penitencia. San Hugo
reconoció en ellos los que había visto en sueños y los llevó hacia el
monte que le había sido indicado en la visión. Aquel sitio se llamaba
Cartuja, y los nuevos religiosos recibieron el nombre de Cartujos.
San Bruno redactó para sus monjes un reglamento que es quizás el
más severo que ha existido para una comunidad. Silencio perpetuo.
Levantarse a media noche a rezar por más de una hora. A las 5:30 de la
mañana ir otra vez a rezar a la capilla por otra hora, todo en coro. Lo
mismo a mediodía y al atardecer.
Nunca comer carne ni tomar licores. Recibir visitas solamente una
vez por año. Dedicarse por varias horas al día al estudio o a labores
manuales especialmente a copiar libros. Vivir totalmente incomunicados
con el mundo... Es un reglamento propio para hombres que quieren hacer
gran penitencia por los pecadores y llegar a un alto grado de santidad.
San Hugo llegó a admirar tanto la sabiduría y la santidad de San
Bruno, que lo eligió como su director espiritual, y cada vez que podía
se iba al convento de la Cartuja a pasar unos días en silencio y
oración y pedirle consejos al santo fundador. Lo mismo el Conde
Rogerio, quien desde el día en que se encontró con Bruno la primera
vez, sintió hacia él una veneración tan grande, que no dejaba de
consultarlo cuando tenía problemas muy graves que resolver. Y aun se
cuenta que una vez a Rogerio le tenían preparada una trampa para
matarlo, y en sueños se le apareció San Bruno a decirle que tuviera
mucho cuidado, y así logró librarse de aquel peligro.
Por aquel tiempo había sido nombrado Papa Urbano II, el cual de
joven había sido discípulo de Bruno, y al recordar su santidad y su
gran sabiduría y su don de consejo, lo mandó ir hacia Roma a que le
sirviera de consejero. Esta obediencia fue muy dolorosa para él, pues
tenía que dejar su vida retirada y tranquila de La Cartuja para irse a
vivir en medio del mundo y sus afanes. Pero obedeció inmediatamente. Es
difícil calcular la tristeza tan grande que sus monjes sintieron al
verle partir para lejanas tierras. Varios de ellos no fueron capaces de
soportar su ausencia y se fueron a acompañarlo a Roma. Y entonces el
Conde Rogerio le obsequió una finca en Italia y allá fundó el santo un
nuevo convento, con los mismos reglamentos de La Cartuja.
Los últimos años del santo los pasó entre misiones que le confiaba
el Sumo Pontífice, y largas temporadas en el convento dedicado a la
contemplación y a la penitencia. Su fama de santo era ya muy grande.
Murió
el 6 e octubre del año 1101 dejando en la tierra como recuerdo una
fundación religiosa que ha sido famosa en todo el mundo por su santidad
y su austeridad. Que Dios nos conceda como a él, el ser capaces de
apartarnos de lo que es mundano y materialista, y dedicarnos a lo que
es espiritual y lleva a la santidad.
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Chii adoro a los Cartujos...San Bruno siempre me ha caído super bien..y es una comunidad que a mi en lo personal me llamó la atención desde siempre.
Que te vaya bien en la ciudad!
Dios me la cuide DraCaroline
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