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General: Alejandrina María da costa, Beata
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De: Chiioriginal (Mensaje original) |
Enviado: 13/10/2009 18:44 |
Alejandrina María da Costa, Beata |
Laica, 13 de octubre |
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Alejandrina María da Costa, Beata |
Martirologio Romano: Alejandrina Maria da
Costa, miembro laico de la Unión Salesiana. Se tiró por una ventana a
la edad de 14 años para preservar su virginidad. Quedó paralizada por
la caída. Desde su cama llevó un maravilloso apostolado como alma
víctima de oración, reparación y consejería espiritual para muchos que
la visitaban. (1955)
ALEJANDRINA
MARÍA DA COSTA nació en Balasar, provincia de Oporto y Arquidiócesis de
Braga (Portugal) el 30 de marzo de 1904, y fue bautizada el 2 de abril
siguiente, Sábado Santo. Fue educada cristianamente por su madre, junto
con su hermana Deolinda. Alejandrina permaneció en familia hasta los
siete años, después fue enviada a Póvoa do Varzim donde se alojó con la
familia de un carpintero, para poder asistir a la escuela primaria que
no había en Balasar. Allí hizo la primera comunión en 1911, y el año
siguiente recibió el sacramento de la Confirmación que le administró el
Obispo de Oporto.
Después de dieciocho meses volvió a Balasar y fue a vivir con su
mamá y hermana en la localidad de “Calvario”, donde permanecerá hasta
su muerte.
Comenzó a trabajar en el campo, teniendo una
constitución robusta: tenía a raya a los hombres y ganaba lo mismo que
ellos. Su una adolescencia fue muy vivaz: dotada de un temperamento
feliz y comunicativo, era muy amada por las compañeras. Sin embargo a
los doce años se enfermó: una grave infección (quizá una tifoidea) la
llevó a un paso de la muerte. Superó el peligro, pero después de esto
su físico quedará marcado para siempre.
Cuando tenía catorce años sucedió un hecho decisivo para su vida.
Era el Sábado Santo del 1918. Ese día ella, su hermana Deolinda y una
muchacha aprendiz realizaban su trabajo de costura, cuando se dieron
cuenta de que tres hombres trataban de entrar en su habitación. A pesar
de que las puertas estuviesen cerradas, los tres lograron forzarlas y
entraron. Alejandrina, para salvar su pureza amenazada, no dudó en
tirarse por la ventana desde una altura de cuatro metros. Las
consecuencias fueron terribles, aunque no inmediatas. En efecto las
diversas visitas médicas a las que se sometió sucesivamente
diagnosticaron siempre con mayor claridad un hecho irreversible.
Hasta los diecinueve años pudo aún arrastrarse hasta la iglesia,
donde, totalmente contrahecha, permanecía gustosa, con gran maravilla
de la gente. Después la parálisis fue progresando cada vez más, hasta
que los dolores se volvieron horribles, las articulaciones perdieron
sus movimientos y ella quedó completamente paralítica. Era el 14 de
abril de 1925, cuando Alejandrina se puso en el lecho para no
levantarse más por los restantes treinta años de su vida.
Hasta el año 1928 ella no dejó de pedirle al Señor, por intercesión
de la Virgen, la gracia de la curación, prometiendo que, si se curaba,
se haría misionera. Pero, en cuanto comprendió que el sufrimiento era
su vocación, la abrazó con prontitud. Decía: “Nuestra Señora me ha
concedido una gracia aún mayor. Primero la resignación, después la
conformidad completa a la voluntad de Dios, y en fin el deseo de
sufrir”.
Se remontan a este período los primeros fenómenos místicos, cuando
Alejandrina inició una vida de grande unión con Jesús en los Sagrarios,
por medio de María Santísima. Un día que estaba sola, le vino
improvisamente este pensamiento: “Jesús, tú estás prisionero en el
Sagrario y yo en mi lecho por tu voluntad. Nos haremos compañía”. Desde
entonces comenzó su primera misión: ser como la lámpara del Sagrario.
Pasaba sus noches como peregrinando de Sagrario en Sagrario. En cada
Misa se ofrecía al Eterno Padre como víctima por los pecadores, junto
con Jesús y según Sus intenciones.
Crecía en ella siempre más el amor al sufrimiento, conforme su
vocación de víctima se hacía sentir de manera más clara. Hizo el voto
de hacer siempre lo que fuera más perfecto.
Del viernes 3 de
octubre de 1938 al 24 de marzo de 1942, o sea por 182 veces, vivió cada
viernes los sufrimientos de la Pasión. Alejandrina, superando su estado
habitual de parálisis, bajaba del lecho y con movimientos y gestos
acompañados de angustiosos dolores, reproducía los diversos momentos
del Vía Crucis, por tres horas y media.
“Amar, sufrir, reparar” fue el programa que le indicó el Señor.
Desde 1934 –por mandato del padre jesuita Mariano Pinho, que la dirigió
espiritualmente, hasta 1941– Alejandrina ponía por escrito todo lo que
cada vez le decía Jesús.
En 1936, por orden de Jesús, ella le pidió al Santo Padre, por
medios del padre Pinho, la consagración del mundo al Corazón Inmaculado
de María. Esta súplica fue varias veces renovada hasta 1941, por lo que
la Santa Sede interrogó por tres veces al Arzobispo de Braga sobre
Alejandrina. El 31 de octubre de 1942 Pío XII consagró el mundo al
Corazón Inmaculado de María con un mensaje transmitido a Fátima en
lengua portuguesa. Este acto lo renovó en Roma en la Basílica de San
Pedro el 8 de diciembre del mismo año.
Desde el 27 de marzo de 1942 en adelante Alejandrina dejó de
alimentarse, viviendo sólo de Eucaristía. En 1943 por cuarenta días y
cuarenta noches fueron estrictamente controlados por excelentes médicos
su ayuno absoluto y su anuria, en el hospital de la Foz do Douro cerca
de Oporto.
En 1944 su nuevo director espiritual, el salesiano padre Humberto
Pasquale, animó a Alejandrina, para que siguiera dictando su diario,
después que constató la altura espiritual a la que había llegado; lo
que ella hizo con espíritu de obediencia hasta la muerte. En el mismo
año 1944 Alejandrina se inscribió a la Unión de los Cooperadores
Salesianos. Quiso colocar su diploma de Cooperadora “en donde pudiera
tenerlo siempre a la vista”, para colaborar con su dolor y con sus
oraciones a la salvación de las almas, sobre todo juveniles. Rezó y
sufrió por la santificación de los Cooperadores de todo el mundo.
A pesar de sus sufrimientos, ella seguía además interesándose e
ingeniándose en favor de los pobres, del bien espiritual de los
parroquianos y de otras muchas personas que recurrían a ella. Promovió
triduos, cuarenta horas y ejercicios cuaresmales en su parroquia.
Especialmente en los últimos años de vida, muchas personas acudían
a ella aún de lejos, atraídas por su fama de santidad; y bastantes
atribuían a sus consejos su conversión.
En 1950 Alejandrina
festeja el XXV aniversario de su inmovilidad. El 7 de enero de 1955 se
le anuncia que éste será el año de su muerte. El 12 de octubre quiso
recibir la unción de los enfermos. El 13 de octubre, aniversario de la
última aparición de la Virgen de Fátima, se la oyó exclamar: “Soy
feliz, porque voy al cielo”. A las 19,30 expiró.
En 1978 sus restos fueron trasladados del cementerio a la iglesia
parroquial de Balasar, donde hoy – en una capilla lateral – reposa el
cuerpo de Alejandrina. Sobre su tumba se leen estas palabras que ella
quiso: “Pecadores, si las cenizas de mi cuerpo pueden ser útiles para
salvaros, acercaos, pasad sobre ellas, pisadlas hasta que desaparezcan.
Pero ya no pequéis; no ofendáis más a nuestro Jesús!”. Es la síntesis
de su vida gastada exclusivamente para salvar las almas.
En Oporto en la tarde del día 15 de octubre las florerías se vieron
privadas de rosas blancas: todas fueron vendidas. Un homenaje floral a
Alejandrina, que había sido la rosa blanca de Jesús.
Fue beatificada el 25 de abril de 2004.
Si usted tiene información pertinente para la canonización de la beata Alejandrina, contactar a: Paróquia de Sta. Eulalia, Rua Alexandrina Maria da Costa, 21, 4570-017 Balasar PVZ, PORTUGAL;
o
Padres Salesianos, rua Saraiva de Carvalho 275, 1399-020 Lisboa, PORTUGAL | |
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