DIOS ES SUFICIENTE
Tenemos a
veces una imagen de Dios según la medida de nuestras circunstancias.
Cuando las cosas nos sonríen, y el día es soleado, podemos divertirnos,
tenemos trabajo, logramos con éxito lo deseado. En esos días pensamos
que tenemos un Dios grande y poderoso, alabamos con alegría y con
ganas. Somos buenos cristianos y confiamos, porque es fácil.
Pero cuando
las cosas empiezan a salir mal y llueve sobre mojado, cuando no estamos
saliendo de un problema y se viene otro peor, cuando no podemos pagar
las deudas, y falta el trabajo, cuando la salud empeora y los remedios
encarecen, cuando fracasan los negocios y no hay salida, cuando no hay
nadie cerca que nos de una mano y nos sentimos solos y desamparados,
creemos que Dios ya no es tan grande. Nos cuesta recordar esa imagen de
todopoderoso que le asignabamos a Dios cuando todo marchaba bien. Los
problemas nos oscurecen la mirada, nos sacan de foco y nos confundimos.
Tenemos la osadia de medir a Dios con nuestros parámetros.
Las
circunstancias que vivimos nunca pueden condicionar a Dios. Es nuestra
percepción de las cosas que vivimos lo que hace que cambiemos la manera
de pensar. Dios no cambia; sigue siendo poderoso, y sigue haciendo
maravillas. Él sigue teniendo el control de todo. Él es suficiente,
jamás nos deja, jamás nos olvida, jamás nos abandona, por peor que sea
nuestra situación, Dios está con nosotros. Nunca se va de nuestro
lado, nunca disminuye su poder. Dios sigue siendo enorme en las buenas
y en las malas.
Esta historia
la contó un hombre que vivió detrás de la cortina de hierro, durante
los años de la persecución: Un día la policía entró en su casa. Lo
desnudaron y lo golpearon brutalmente. Delante de sus ojos mataron a
su esposa y a sus hijos. Le expropiaron su casa y todos sus bienes.
Durante semanas lo torturaron hasta que finalmente lo tiraron en una
celda oscura, solo, lastimado, desnudo, herido en el cuerpo y en el
alma, sin ningún bien, sin ropa, sin familia, y sin amigos. Todo esto
le ocurrió por ser cristiano.
Cuando
estaba en la celda, este hombre dijo: "Cuando me habían quitado todo,
me di cuenta que todavía tenía a Dios, y era suficiente".
DESCANSANDO EN DIOS
Una de
nuestras responsabilidades más difíciles es descansar en el Señor. La
tendencia natural es hacer algo para continuar con nuestra agenda, y
actuamos antes de que Dios lo indique.
Descansar
puede sonar fácil, pero eso exige una valentía sobrenatural, ya que por
nuestra debilidad humana, nos impacientamos. La preocupación nos aleja
de la confianza en el Señor. Debemos confiar en Dios y consagrarnos a
Su voluntad; esta confianza es absolutamente esencial para descansar en
Su mano; y debemos estar dispuestos a descansar para deleitarnos
realmente en Él.
Esperar con
paciencia a que el Señor actúe, es una de las pruebas más grandes de
nuestra madurez espiritual. Cuanto más fuerte es nuestro deseo, más
corta es nuestra paciencia. A veces queremos dictarle a Dios una
agenda, pero experimentar el descanso está en Su agenda. Sólo Él
entiende todas las circunstancias y sabe el preciso momento en que la
respuesta a nuestra oración dará el máximo beneficio. Siempre que nos
adelantamos a Su divino itinerario nos arriesgamos a cosechar
desengaños, sufrimientos y pérdidas.
LA GRACIA DE ESPERAR
A nadie le
gusta esperar, porque implica que no tenemos el control. Por ejemplo
nos impacientamos cuando estamos en una cola de la caja del mercado
porque otra persona parece estar a cargo de la situación. Pero el
pasar a la línea de la caja, nos permite pensar que tenemos el dominio
sobre nuestra vida. Dolorosamente cuando como cristianos nos aferramos
a la ilusión del control, sacrificamos un principio vital de una vida
bendecida: jamás creceremos en nuestra relación con Dios, hasta que
aprendamos a esperar en Él.
Pausar
para recibir nuevas instrucciones del Señor es esperar con
determinación la intervención de Dios en nuestra vida. Mientras
esperamos, Él está actuando, preparando los corazones y dirigiendo las
circunstancias. Podemos tener la absoluta confianza de que Él
responderá de la mejor manera y en el tiempo oportuno. El
aprender a hacer una pausa para recibir instrucción divina exige dos
cosas de nosotros. Primero, debemos ser sensibles a la voz de Dios, lo
cual exige que leamos Su Palabra y le pidamos que Él hable a nuestro
corazón. Segundo, debemos confiar en Él. Si esperamos en el Señor,
recibiremos lo mejor que Él tiene para nosotros.
RAZONES PARA ESPERAR
Cuando
llegamos a una bifurcación en el sendero de nuestra vida, tenemos que
esperar que Dios nos muestre qué camino tomar. La oportunidad que nos
parece mejor puede ser en un problema si nos adelantamos a Él. En
nuestro afán por asegurar lo mejor para nosotros, pasamos por alto el
hecho de que Dios tiene buenas razones para frenar nuestro avance.
Dios tiene
un plan específico para cada uno de nosotros. La fe se fortalece al
máximo en los tiempos de dificultad. Aunque deseamos que Dios aleje la
tormenta, tenemos que vencerla entendiendo Su fidelidad. Cuando nos
concentramos en lo que queremos, no en Aquel que nos da todas las
cosas, nuestras peticiones nos desvían de Su voluntad. Caemos en la
ansiedad. Pero a Dios no lo mueven nuestras frustraciones, como un
Padre paciente, el Señor nos lleva a reconocer que un deseo equivocado
ha tomado el lugar de nuestro anhelo de Él. Nuestra respuesta correcta
(un nuevo enfoque en Dios), muchas veces precede a las bendiciones que
recibimos.
Algunas
veces, la situación no está lista para la respuesta que Dios quiere
darnos. Por eso, puede ser necesario que Él disponga una serie de
acontecimientos en la mente de la persona, antes de que termine nuestra
espera. La paciencia trae recompensas que superan nuestras
peticiones. Sobre todo, Dios quiere que tengamos confianza en Su
provisión, aunque no podamos ver las evidencias. En respuesta a
nuestra confianza, el Señor derramará Sus bondades sobre nosotros.
Antes de que te levantes de la cama cada día, di una oración como ésta:
Padre
celestial, te doy gracias por responder a los deseos de mi corazón.
Hoy voy a deleitarme en Ti, a consagrarlo todo a Ti, y a descansar en
la comprensión de que todo está bajo Tu control. Yo esperaré Tu tiempo
perfecto, porque Tú eres suficiente.
Autor Desconocido
Un Abrazo y que Dios derrame sobre ti bendiciones de Vida, Paz, Amor, y mucha Prosperidad;