"Cuando llegue nuestra última hora, nuestros gritos de suplica, nuestras lagrimas, nuestros suspiros de arrepentimiento, que, todavía en la tierra, nos habrían ganado el corazón de Dios con la ayuda de los sacramentos nos habrían podido cambiar de pecadores en santos, en ese momento ya no sirven para nada." (Padre Pio de Pietrelcina) |