Meditación Primer Domingo de Adviento (30 de Noviembre de 2009)
Angel Moreno
El salmo interleccional de este domingo reza 
reiteradamente porque el Señor nos enseñe sus caminos. Siete veces trae el texto la misma palabra: “Enséñame tus caminos”, “Instrúyeme en tus sendas”.
En el nuevo tiempo de Adviento se nos ofrece de manera emblemática los derroteros del Pueblo de Dios hacia la Tierra de la Promesa, con la seguridad del cumplimiento de las profecías y del acompañamiento divino.
Ha sido el Señor quien ha enviado a Moisés para sacar a su pueblo de la esclavitud. Es el Señor quien ve la humillación de su pueblo y acude en su ayuda. La vocación de salir de la tierra, de la postración, de la inercia, de toda rutina es una llamada permanente. Como lo es tener puestos los ojos en el que va a venir.
Ponerse en camino, en el sendero que indica el Señor, hacia la meta que Él desvelará, es el proyecto más esperanzador, si se confía en la Palabra: “Mirad que llegan días –oráculo del Señor- en que cumpliré la promesa que hice” (Jer 33, 1). La actitud que se nos pide es la de estar atentos: “Estad siempre despiertos” (Lc 21, 36).
El Adviento es tiempo de espera, de esperanza, de escucha, de leer y rezar las Escrituras, de conversión, de vigilia. San Pablo nos recomienda: “Habéis aprendido de nosotros cómo proceder para agradar a Dios; pues proceded así”.
El camino que se nos muestra es el tramo suficiente para avanzar. Implica la opción de la itinerancia, del despojo, la actitud de obedecer y de abrirse a las distintas circunstancias que vayan aconteciendo, reinterpretando todo a la luz de la Providencia, porque el camino es el proyecto de vida hacia la meta que se nos promete. El mismo hecho de caminar se convierte en profecía de la salvación.
Se nos promete la venida del Señor, y ante este anuncio, todo el ser debe quedar polarizado en la próxima celebración de la venida del Salvador, del nacimiento del Emmanuel, por el que todo cambia de sentido.
No estamos solos. “Las sendas del Señor son misericordia y lealtad”. No tenemos una invitación sobrehumana. “El Señor hace caminar a los humildes”.
Ahora es tiempo oportuno para comenzar de nuevo.
Ahora es el momento de reiniciar la andadura.
Mientras se camina, acompaña mucho el ir invocando: “¡Ven, Señor!”
empezamos la etapa de preparación de la navidad.
Dios los bendiga
Mirian