Una
experiencia espiritual genuinamente cristiana no puede quedarse en el
terreno de las prácticas sacramentales y piadosas, tiene que traducirse
en un estilo de vida marcado por la solidaridad con los necesitados y
por el respeto a la dignidad de los débiles. Quien
escucha la llamada del evangelio se pone frente al espejo, descubre sus
incoherencias y sus pecados y emprende un camino de reconciliación. El
cristiano que quiera vivir un camino penitencial habrá de dejarse guiar
por Dios y aprender a discernir cuáles son los deberes y las urgencias
que deberá afrontar por causa de su fidelidad a Cristo. La
fe es una opción libre y responsable; por ello, quien se decide a creer
se dispone a poner toda su vida bajo la óptica de la fe cristiana.
Amiga/o... Te invito a que meditemos juntos esta reflexión maravillosa. Un abrazo desde el corazón y miles de bendiciones para vos.......Mirian