Todos los días tenemos oportunidades para disculparnos y también de que alguien se disculpe con nosotros. Por ejemplo miren cuando alguien es impaciente con un vendedor por ejemplo; cuando te desesperas con alguno de tus compañeros de trabajo; cuando le dices algo a tu esposo o esposa por andar acelerado que lo hirió; cuando creías que un amigo te queria hacer mal cuando en realidad era todo lo contrario; cuando falsamente juzgamos a nuestros hijos de mentirosos, en fin larga es la lista que tenemos para disculparnos.

Les invito a realizar el siguiente ejercicio que te ayudará a empezar el proceso de descubrimiento relacionado a lo que se refiere con la disculpa.

¿Tienes poca o mucha gente a los que les debes una disculpa?
¿Tienes dificultad con solo pensar en disculparte?
¿Sientes que el orgullo se te atraviesa?
¿Notas que quieres tener la razón y que eres terco?
¿Estás demasiada ocupada como para pensar en disculparte con la otra personas y solo te enfocas en lo que te hizo?

Por ejemplo, es más fácil disculparte con los más cercanos a ti (como tu esposo, familia, o amigos íntimos) o con aquellos más distantes (como socios o conocidos)?

¿Es mucha gente la que te debe una disculpa?
¿Se te hace muy difícil pedirle a estas personas que te den una disculpa?
¿Por qué no has solicitado una disculpa por estas ofensas antes que ahora?

2. Escribe a quién te sientes más inclinado a pedirle que te ofrezca disculpas y porque. Por ejemplo,
¿Es más fácil pedirle a aquellos que son más cercanos a ti o aquéllos que son más distantes?