|
De: perladelmar (Mensaje original) |
Enviado: 03/04/2010 01:03 |
Liturgia de las Horas: Propio del Salterio
Color: Blanco
Santoral
Lecturas de la liturgia
-
Primera Lectura: Génesis 1,1-2,2 "Vio Dios todo lo que había hecho; y era muy bueno"
Al principio creó Dios el cielo y la tierra. La tierra era un caos informe; sobre la faz del abismo, la tiniebla. Y el aliento de Dios se cernía sobre la faz de las aguas. Y dijo Dios: "Que exista la luz." Y la luz existió. Y vio Dios que la luz era buena. Y separó Dios la luz de la tiniebla; llamó Dios a la luz "Día"; a la tiniebla, "Noche". Pasó una tarde, pasó una mañana: el día primero. Y dijo Dios: "Que exista una bóveda entre las aguas, que separe aguas de aguas." E hizo Dios una bóveda y separó las aguas de debajo de la bóveda de las aguas de encima de la bóveda. Y así fue. Y llamó Dios a la bóveda "Cielo". Pasó una tarde, pasó una mañana: el día segundo. Y dijo Dios: "Que se junten las aguas de debajo del cielo en un solo sitio, y que aparezcan los continentes." Y así fue. Y llamó Dios a los continentes "Tierra", y a la masa de las aguas la llamó "Mar". Y vio Dios que era bueno. Y dijo Dios: "Verdee la tierra hierba verde que engendre semilla, y árboles frutales que den fruto según su especie y que lleven semilla sobre la tierra." Y así fue. La tierra brotó hierba verde que engendraba semilla según su especie, y árboles que daban fruto y llevaban semilla según su especie. Y vio Dios que era bueno. Pasó una tarde, pasó una mañana: el día tercero. Y dijo Dios: "Que existan lumbreras en la bóveda del cielo, para separar el día de la noche, para señalar las fiestas, los días y los años; y sirvan de lumbreras en la bóveda del cielo, para dar luz sobre la tierra." Y así fue. E hizo Dios dos lumbreras grandes: la lumbrera mayor para regir el día, la lumbrera menor para regir la noche, y las estrellas. Y las puso Dios en la bóveda del cielo, para dar luz sobre la tierra; para regir el día y la noche, para separar la luz de la tiniebla. Y vio Dios que era bueno. Pasó una tarde, pasó una mañana: el día cuarto. Y dijo Dios: "Pululen las aguas un pulular de vivientes, y pájaros vuelen sobre la tierra frente a la bóveda del cielo." Y creó Dios los cetáceos y los vivientes que se deslizan y que el agua hizo pulular según sus especies, y las aves aladas según sus especies. Y vio Dios que era bueno. Y Dios los bendijo, diciendo: "Creced, multiplicaos, llenad las aguas del mar; que las aves se multipliquen en la tierra." Pasó una tarde, pasó una mañana: el día quinto. Y dijo Dios: "Produzca la tierra vivientes según sus especies: animales domésticos, reptiles y fieras según sus especies." Y así fue. E hizo Dios las fieras según sus especies, los animales domésticos según sus especies y los reptiles según sus especies. Y vio Dios que era bueno. Y dijo Dios: "Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que domine los peces del mar, las aves del cielo, los animales domésticos, los reptiles de la tierra." Y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó; hombre y mujer los creó. Y los bendijo Dios y les dijo: "Creced, multiplicaos, llenad la tierra y sometedla; dominad los peces del mar, las aves del cielo, los vivientes que se mueven sobre la tierra." Y dijo Dios: "Mirad, os entrego todas las hierbas que engendran semilla sobre la faz de la tierra; y todos los árboles frutales que engendran semilla os servirán de alimento; y a todas las fieras de la tierra, a todas las aves del cielo, a todos los reptiles de la tierra, a todo ser que respira, la hierba verde les servirá de alimento." Y así fue. Y vio Dios todo lo que había hecho; y era muy bueno. Pasó una tarde, pasó una mañana: el día sexto. Y quedaron concluidos el cielo, la tierra y sus ejércitos. Y concluyó Dios para el día séptimo todo el trabajo que había hecho; y descansó el día séptimo de todo el trabajo que había hecho.
-
Salmo Responsorial: 103 "Envía tu espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra"
Bendice, alma mía, al Señor; ¡Dios mío, qué grande eres! Te vistes de belleza y majestad, la luz te envuelve como un manto. R. Asentaste la tierra sobre sus cimientos, y no vacilará jamás; la cubriste con el manto del océano, y las aguas se posaron sobre las montañas. R. De los manantiales sacas los ríos, para que fluyan entre los montes; junto a ellos habitan las aves del cielo, y entre las frondas se oye su canto. R. Desde tu morada riegas los montes, y la tierra se sacia de tu acción fecunda; haces brotar hierba para los ganados, y forraje para los que sirven al hombre. R. Cuántas son tus obras, Señor, y todas las hiciste con sabiduría; la tierra está llena de tus criaturas. ¡Bendice, alma mía, al Señor! R.
-
Segunda Lectura: Romanos 6, 3-11 "Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más"
Hermanos: Los que por el bautismo nos incorporamos a Cristo fuimos incorporados a su muerte. Por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, para que, así como Cristo fue resucitado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en una vida nueva. Porque, si nuestra existencia está unida a él en una muerte como la suya, lo estará también en una resurrección como la suya. Comprendamos que nuestra vieja condición ha sido crucificada con Cristo, quedando destruida nuestra personalidad de pecadores, y nosotros libres de la esclavitud al pecado; porque el que muere ha quedado absuelto del pecado. Por tanto, si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él; pues sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más; la muerte ya no tiene dominio sobre él. Porque su morir fue un morir al pecado de una vez para siempre; y su vivir es un vivir para Dios. Lo mismo vosotros, consideraos muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús.
-
Evangelio: Lucas 24, 1-12 "¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?"
El primer día de la semana, de madrugada, las mujeres fueron al sepulcro llevando las aromas que habían preparado. Encontraron corrida la piedra del sepulcro. Y, entrando, no encontraron el cuerpo del Señor Jesús. Mientras estaban desconcertadas por esto, se les presentaron dos hombres con vestidos refulgentes. Ellas, despavoridas, miraban al suelo, y ellos les dijeron: "¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No esta aquí. Ha resucitado. Acordaos de lo que os dijo estando todavía en Galilea: "El Hijo del hombre tiene que ser entregado en manos de pecadores, ser crucificado y al tercer día resucitar."" Recordaron sus palabras, volvieron del sepulcro y anunciaron todo esto a los once y a los demás. María Magdalena, Juana y María, la de Santiago, y sus compañeras contaban esto a los apóstoles. Ellos lo tomaron por un delirio y no las creyeron. Pedro se levantó y fue corriendo al sepulcro. Asomándose, vio sólo las vendas por el suelo. Y se volvió admirándose de lo sucedido.
| | |
|
|
Primer
Anterior
2 a 2 de 2
Siguiente
Último
|
|
De: Laury´s |
Enviado: 03/04/2010 01:39 |
En
la Iglesia primitiva el Sábado
Santo era conocido como el Grandioso o Gran Sábado, Sábado
Santo, la
Noche Angélica, la Vigilia de Pascua, etc., No era más que,
como el
Jueves Santo, un día de alegría, pero uno de alegría y
tristeza entremezcladas;
es el final del tiempo de periodo Cuaresma y penitencia y el
principio
del Tiempo Pascual que es un gozo. Por
una rarísima excepción, en la
Iglesia primitiva éste era el único sábado en que se permitía
ayunar
(Constit. Apost., VII, 23) y el ayuno era una de severidad
especial.
En tiempo de San Ireneo, se observaba un ayuno absoluto de
todo tipo
de comida durante las cuarenta horas que precedían a la fiesta
de Pascua
y aunque el momento asignado para romper el ayuno, al alba el
domingo,
varió según el tiempo y el país, la abstinencia de comida el
Sábado
Santo era general.
La noche de la vigilia de
Pascua
ha sufrido un desplazamiento extraño. Durante los primeros
seis o siete
siglos, la celebración duraba toda la noche, para que el Aleluya coincidiera con el día y momento de la
Resurrección. En el
siglo octavo esta misma celebración tenía lugar la tarde del
sábado
y, por un anacronismo singular, se desplazó después al sábado
por la
mañana, así el momento de la celebración de la solemnidad fue
adelantado
casi un día entero. Gracias a este cambio, se asignaron ahora
oficios
especiales al sábado Santo considerando que anteriormente no
había tenido
lugar ninguno hasta la tardía hora de la vigilia.
Esta vigilia, se inicia con
la
bendición del nuevo fuego, la iluminación de lámparas y
velas y del
cirio pascual, ceremonias que perdieron gran parte de su
simbolismo
al ser anticipadas y adelantadas del crepúsculo a la plena
luz del
día. San Cirilo de Jerusalén decía de esta noche que era tan
luminosa
como el día, y Constantino el Grande le añadió un esplendor
inaudito
agregando a su brillo, una profusión de lámparas y grandes
antorchas,
para que no sólo las basílicas, sino las casas, calles y
plazas públicas
estuvieran resplandecientes con la luz que era el símbolo de Cristo Resucitado. La asamblea de
los creyentes se dedicaba a la oración común, el canto de
salmos e
himnos, y la lectura de las Escrituras comentadas por el
obispo o
el presbítero. La vigilia de Pascua se consagró
especialmente al bautismo
de los catecúmenos que, en las iglesias más importantes, era
muy numeroso.
En el sábado Santo siguiente a la deposición de San Juan
Crisóstomo
de la Sede de Constantinopla, había, solamente en esta
iglesia, 3000
catecúmenos. Tales números, es claro, sólo se encontraban en
las grandes
ciudades; no obstante, como el Sábado Santo y la vigilia de
Pentecostés
eran los únicos días en que se administraba el Bautismo
había siempre,
incluso en las iglesias menores un número gozoso de
catecúmenos. Esta
reunión de personas en la oscuridad de la noche ocasionó a
menudo
abusos que el clero se sintió impotente de prevenir sin una
activa
vigilancia anticipando por ello las ceremonias de modo que
todas ellas
pudieran tener lugar a la luz del día. Rabanus Maurus,
escritor eclesiástico
del siglo noveno (De cleric. Instit., II, 28), hace un
relato detallado
de la celebración del Sábado Santo. La asamblea permanecía
silenciosa
en el templo esperando el alba de la Resurrección,
intercalando salmodias
y cantos y escuchando la lectura de las lecciones. Estos
ritos eran
idénticos que los de la Iglesia primitiva y se celebraban a
las mismas
horas, los fieles a lo largo del mundo no habían consentido
todavía
anticipar la vigilia de Pascua y fue
durante la Edad Media cuando se estableció la uniformidad
en este punto.
(Nota del Traductor: Pío
XII en el año 1951 recuperó la celebración de la Vigilia Pascual
y en 1955 todo el Triduo Pascual recuperó su antigua unidad.
La reforma
del Concilio Vaticano II dio unidad a la celebración completa
del Triduo
Pascual y la enriqueció de contenido bíblico y de sencillez. Actualmente
el Triduo Pascual inicia en la tarde del jueves santo con la
celebración
de lacena del Señor, continúa el viernes santo con ¡a
conmemoración
de la muerte y el sábado santo la preparación y la celebración
de la
Vigilia Pascual, que es el centro de toda la semana santa)
El Catecismo actual dice: 624 "Por
la gracia de Dios, gustó
la muerte para bien de todos" (Hb 2, 9). En su designio de
salvación,
Dios dispuso que su Hijo no solamente "muriese por nuestros
pecados"
(1 Co 15, 3), sino también que "gustase la muerte", es
decir,
que conociera el estado de muerte, el estado de separación
entre su
alma y su cuerpo, durante el tiempo comprendido entre el
momento en
que El expiró en la Cruz y el momento en que resucitó. Este
estado
de Cristo muerto es el misterio del sepulcro y del descenso a
los
infiernos. Es el misterio del Sábado Santo en el que Cristo
depositado
en la tumba (472) manifiesta el gran reposo sabático de Dios
(473)
después de realizar(474) la salvación de los hombres, que
establece
en la paz al universo entero (475).
H. LECLERCQ
Transcrito por Robert B. Olson
Ofrecido al Omnipotente Dios por los
dones de piedad y devoción para todos los miembros de Su
Una, Santa,
Católica, y Apostólica Iglesia.
Traducido por Quique Sancho
By estrellita 2010 | | | |
|
|
|
|
|