Los doce frutos del Espíritu Santo son las pinceladas que perfilan el retrato del cristiano auténtico.
¿Cómo es la persona que vive habitualmente en gracia santificante?
Es generosa, ve a Cristo en su prójimo, está siempre dispuesto a ayudarle. Esto es fruto de la caridad.
También es alegre y optimista. Es como si irradiara un resplandor interior que lo destaca en cualquier reunión. Es el fruto del gozo.
Es una persona serena y tranquila. Su frente podrá fruncirse con preocupaciones, pero nunca por el agobio o la angustia. Es la paz.
No se aíra fácilmente; no guarda rencor ni se descorazona cuando las cosas salen mal, podrá fracasar seis veces y recomenzará la séptima. Es la paciencia.
Es amable. La gente acude a él en sus problemas, lo ven como confidente , y salen aliviados por el simple hecho de haber conversado con él. Es la benignidad.
Defiende con firmeza la verdad y el derecho, aunque todos lo dejen solo. No juzga a los demás. En su vida interior es generoso con Dios. Es el fruto de la bondad.
No se subleva ante el infortunio y el fracaso, ante la enfermedad y el dolor. Desconoce la autocompasión: alzará los ojos al cielo con llenos de lágrimas, pero nunca de rebelión. Es la longanimidad.
Es delicado y lleno de recursos. Se entrega a cualquier tarea sin ambición. Razona con persuasión. Es la mansedumbre.
Se siente orgulloso de ser miembro de la Iglesia, pero no coacciona a los demás. No oculta su piedad, y defiende la verdad con prontitud; la religión para él es lo más importante de la vida. Fruto de la fe.
Su amor a Jesucristo lo hace estremecer ante la idea de actuar de cómplice del diablo. En su comportamiento, vestido y lenguaje hay una decencia que le hacen fortalecer la virtud de los demás, jamás debilitarla. Es la modestia.
Es una persona moderada, con las pasiones firmemente controladas por la razón y la gracia. Muestra un dominio admirable de sí, fruto de la continencia.
Siente una gran reverencia por la facultad de procrear que Dios le ha dado. Ve el sexo como algo sagrado, un vínculo de unión, sólo para ser usado dentro del ámbito matrimonial y para los fines establecidos por Dios; nunca como diversión o como placer egoísta. Es la castidad.
Aquí tenemos el retrato del cristiano: caridad, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, longanimidad, mansedumbre, fe, modestia, continencia y castidad.
Podemos contrastar nuestro perfil con él, y ver donde nos separamos del mismo.