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General: LA PALABRA DIARIA MES DE DICIEMBRE
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De: Tatisverde (Mensaje original) |
Enviado: 21/12/2010 21:11 |
Cambio
Visualizo y me preparo para nuevos comienzos.
Me doy cuenta de los cambios en la naturaleza. Y reconozco que mi vida también pasa por ciclos de cambio. Al ir de una etapa de mi vida a otra, quizás experimente una sensación de pérdida. Sin embargo, así como los árboles utilizan el invierno para prepararse internamente para la primavera, sé que un tiempo callado de reflexión me permite visualizar y prepararme para un nuevo comienzo.
No he de aferrarme a lo que he vivido, acojo mi vida tal como es en este momento. Cuando disfruto del momento presente, encuentro paz aun en medio del cambio. Avivo mi esperanza recordando que, a su debido tiempo, en la estación correcta, mi propia primavera --mi renacer-- surgirá.
Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora.--Eclesiastés 3:1
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Protección
Al saber que tengo la protección divina,estoy en paz.
Dios me guía, me apoya y me protege. Cuando enfrento un reto o incertidumbre, tomo un momento para ver más allá de lo que está ante mí. Evito pensar en lo que podría pasar y dirijo mis pensamientos a Dios. El acto mismo de acudir a Dios me brinda paz.
Al quitar mi atención del problema, me vinculo con el Uno --con esa presencia constante, resplandeciente, cálida y protectora que me creó. El amor rebosa en mí e irradia de mí. Siento calma y serenidad. Las circunstancias vienen y van, mas el amor de Dios mora en mí todo el tiempo, y en ese amor me siento seguro y a salvo.
Porque has puesto a Jehová, que es mi esperanza, al Altísimo por tu habitación, no te sobrevendrá mal. --Salmo 91:9-10
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Dejar ir
Descanso, dejo ir y pongo mi fe en Dios.
A veces, necesito un recordatorio de que Dios es mi ayuda en toda necesidad. Cuando siento preocupación por las circunstancias, me doy cuenta de que he de cambiar de curso. Quizás he estado sintiendo que tengo que resolver todo por mí mismo. Desde lo más profundo de mi ser, soy motivado a reconocer que existe un camino más seguro con el Espíritu divino.
Dejo ir y pongo mi fe en Dios, y siento un manantial de paz interna. Aquieto mi mente, me calmo y hago que todo esfuerzo cese. Después de unos momentos de dejar ir y dejar a Dios actuar, acepto con beneplácito el fluir de energía renovada y la seguridad de que Dios está conmigo. Con gratitud, tengo receptividad a nuevas ideas, y sé que cuento con confianza renovada y recursos ilimitados.
Tened fe en Dios.--Marcos 11:22
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Día de Navidad
Cristo en mí es la esperanza de gloria.
En esta mañana de Navidad, ¿qué puedo ofrecer al espíritu de Cristo que ha renacido en mí? Puedo darle la bondad de Dios, ofrecerle manos dispuestas a servir de maneras pequeñas y grandes. Le ofrezco pies que andarán por caminos de paz y luz.
En esta mañana de Navidad, ofrezco al espíritu crístico en mí una mente dispuesta a creer en las posibilidades eternas. Ofrezco una voz que entona cánticos de fe, gozo, amor y unidad. Ofrezco mi cooperación al establecer el reino de los cielos en la Tierra.
Al celebrar hoy el nacimiento de Jesús, encuentro en mi corazón una nueva disposición de creer que puedo hacer mi parte al hacer de la Navidad no solamente un día al año, sino una manera de vivir.
Y de conocer el amor de Cristo, ... para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.--Efesios 3:19
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Nacimiento
Celebro un renacer.
Todo nacimiento denota potencial nuevo e ilimitado. Jesús enseñó y expresó este potencial a lo largo de Su vida. Sus enseñanzas me recuerdan ver mi vida de un nuevo modo. Me revelan que mi fe puede sanarme, que la oración afianza mi vínculo con Dios y que una sola persona puede tener una influencia positiva en el mundo.
Cuento con un potencial ilimitado, ya que he sido creado a la imagen y semejanza de Dios. Jesús ejemplificó esta Verdad, y Su ejemplo me inspira a expresar plenamente mis posibilidades divinas. Bien sea que reflexione acerca del nacimiento de un niño, de una idea, o cuestione la razón de un reto, mantengo mi esperanza y mi fe --confío en el potencial ilimitado del bien que mora en mí.
El niño que va a nacer será llamado Santo e Hijo de Dios.--Lucas 1:35 (Versión Popular)
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