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General: LA PALABRA DIARIA MES DE OCTUBRE
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De: Tatisverde (Mensaje original) |
Enviado: 16/10/2011 02:30 |
Paz interna
La quietud es mi santuario de paz.
La presencia crística en mí me insta a ir a mi interior. De manera que hago una pausa para centrar mi atención. Un momento de silencio devoto fomenta mi bienestar y profundiza mi paz mental.
Para orar, me retiro a un lugar callado que suscite paz. Quizás vaya a una capilla, a un área donde estoy en contacto con la naturaleza, a un sitio sereno en mi casa o, sencillamente, cierre los ojos donde esté.
Pasar tiempo en el silencio de la oración me revitaliza. Dirijo mi atención a mi interior, a la quietud que es mi santuario, y encuentro paz. Me vinculo conscientemente con el Espíritu divino y descanso con confianza en la luz y el amor divinos.
Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.—Filipenses 4:7
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Perspectiva
Mi perspectiva mejora cuando aprecio las bendiciones de Dios en mi vida.
Una caminata en el bosque refresca mi mente y recarga mi energía. Las raíces de los árboles, las ramas caídas y las rocas pueden hacer mi caminata riesgosa, mas no impiden mi avance. Sólo me recuerdan que aminore el paso. Me detengo de vez en cuando para apreciar la belleza de mis alrededores: la luz del sol danzando en los árboles, el aire fresco del bosque, el trinar de los pájaros. Con agradecimiento por la belleza que me rodea, continúo mi camino.
La vida es como una caminata. Si surgen retos, aminoro el paso, mantengo mis pies firmemente en tierra santa. Con una perspectiva nueva aprecio las maneras cómo el gozo y la paz de Dios bendicen mi vida.
Me mostrarás la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo.—Salmo 16:11
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Fe
Pido con fe y sé que me es dado.
No necesito pedir ni rogar a Dios para recibir lo que deseo. Sólo necesito buscar dentro de mí, vincularme con el Espíritu divino y saber con fe y gratitud que mis necesidades están siendo satisfechas.
Gracias a la oración y el silencio, comulgo con el Espíritu divino en mí. Tengo fe en que la respuesta sabia, la situación correcta y perfecta y las bendiciones abundantes están en camino hacia mí. Me preparo haciendo todo aquello que mi guía interna me inspire a hacer. Luego dejo ir y permito que todo se desenvuelva. Mi vida se desarrolla como debe, y estoy exactamente donde debo estar.
Mi fe es fortalecida al orar y dar gracias. Con plena confianza, me vinculo con mi Creador y sé que todo está bien.
Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz y queda sana de tu enfermedad.—Marcos 5:34
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