La paciencia significa confiar en que todo se desenvuelve como debe —aun cuando los resultados parecen tomar más tiempo de lo esperado. Si equiparara la paciencia con ser pasivo, podría tratar de forzar un resultado para sentir que estoy progresando. Pero al igual que un agricultor no puede hacer que la cosecha crezca preocupándose o apurándose, yo tampoco tengo resultados beneficiosos inquietándome o actuando impulsivamente.
La paciencia tiene una energía silenciosa que restaura y fortalece. Niego poder a cualquier sentimiento de duda y, mientras espero, oro. Al vivir en el momento, cultivo una fe callada y paciente, y permanezco receptivo al bien que afirmo.
Fortalecidos … para que puedan soportarlo todo con mucha paciencia.—Colosenses 1:11
Para disfrutar de una salud óptima, consumo alimentos nutritivos y saludables, hago ejercicio y tomo tiempo para la renovación y la quietud. Hacer esto me hace sentir bien en el momento y rinde beneficios para mis años futuros.
Mi cuerpo saludable sabe exactamente qué hacer, y yo lo apoyo. Digo palabras alentadoras acerca de mí mismo, en vez de palabras de crítica o temor. Bien sean positivos o negativos, los pensamientos y las palabras que ingiero también alimentan mi cuerpo. La autocharla positiva apoya y llena de vigor mi intención de mantener una salud corporal vibrante. Estoy consciente de mi salud física y espiritual. Resplandezco maravillosamente con luz, vida y vigor.
Deseo … que tengas salud, así como prospera tu alma.—3 Juan 1:2
Nada reemplaza el gozo del Espíritu, nada es más fuerte que la presencia divina moradora. El gozo es constante y está inmune a las circunstancias externas, otras personas o condiciones adversas. Sin embargo, si alguna vez me siento descorazonado porque las cosas no van como espero, dirijo mi atención al centro de mi ser.
Al acudir a mi interior, encuentro que el gozo nunca me ha abandonado. Soy amado. Soy fuerte. Soy uno con Dios en todo sentido. Mi sentimiento de gozo regresa cuando permito que mi conciencia se eleve hacia la presencia y el poder inmutables del Espíritu.
El gozo es tan natural para mí como respirar y sonreír, porque el Espíritu está conmigo y en mí todo el tiempo.
Te ungió Dios, el Dios tuyo, con óleo de alegría.—Hebreos 1:9