Al expresar mis cualidades espirituales, revelo mi naturaleza divina.
Cuando una flor abre sus pétalos al sol, exhibe la belleza que había estado oculta. Yo he sido creado a la imagen y semejanza de Dios con una belleza interna que espera ser revelada.
Demuestro mi naturaleza divina cuando expreso las cualidades espirituales de bondad, compasión, amor, aceptación e interés por los demás. Siento mi vínculo directo y continuo con el Espíritu. Mi llamado más elevado es ser la expresión de Dios en este mundo.
También reconozco que la verdadera naturaleza de los demás es divina, aunque puede que la demuestren de maneras diferentes. Al expresar mis cualidades espirituales, revelo mi naturaleza divina . Y, al hacerlo, soy una bendición en el mundo.
Ustedes son la luz del mundo. Una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder.—Mateo 5:14
El entusiasmo que siento por la vida me motiva a la acción, y aprovecho esta energía para vivir con propósito cada día. El entusiasmo me empuja hacia adelante y me permite poner emoción y dedicación en todo lo que hago.
No importa cuáles sean mis responsabilidades diarias, me siento revitalizado e inspirado de manera divina. Llevo a cabo con éxito cualquier cosa que tenga pendiente en mi lista de objetivos. Reconozco que sirvo a Dios con todo lo que hago. Cada acción que tomo es sagrada. Elijo vivir cada día partiendo de un lugar de entusiasmo, proporcionando la energía vital de Dios a toda labor e interacción.
¡Siento entusiasmo y pasión por la vida!
Ustedes se alegrarán y regocijarán siempre en lo que voy a crear. Estoy por crear una Jerusalén alegre y un pueblo gozoso.—Isaías 65:18