Te
doy gracias por las noches y los días con los que, con tu sola
presencia, das vida a mi vida, por el alimento seguro que nunca me ha
faltado, por haber llegado al final de cada día a reparar mis fuerzas
en mi lecho, en mi hogar... Y darte gracias por sobre todo, Señor, por
haberme regalado un día, la vida.