En las horas de enseñanza te hemos visto bajar tu mirada marchita,
en donde se asoma con tristeza tu lágrima,
como el que ha perdido toda esperanza;
cuando con desconsuelo vez que tus anhelos de enseñanza
han sido ignorados por lo que deben de escuchar para aprender,
o ignorado por los que examinas.
Desconsolado por tanto trabajo,
llegado el momento en el que te dan como trofeo su indiferencia o desprecio.
Orgulloso debes sentirte, porque el mañana te lo gratificará y a él se lo cobrará.
Con gran amargura recordará tus sabias enseñanzas, pero, sólo sé, lo lamentará...
Colaboración de Raquel Ramírez Mexico
Fuente TU BREVE ESPACIO