Hola mis amados:
Asi algunos de nosotros no hayamos experimentado en la vida una tormenta en el mar o en un rio, si la hemos sentido en nuestra existencia, y lo que importa es que sintamos la paz de Dios en medio de ella, porque recordemos el pasaje donde Jesus con sus discípulos estaba en una barca y el dormía sobre un cabezal, descansaba y no le afectaba para nada lo que sucedia alrededor, asi debemos actuar nosotros cuando llegue de sorpresa esas tormentas que nos afectan, debemos confiar en El que esta con nosotros y que solo El nos sacara de ella porque sabe la ruta que debemos seguir, por tanto esa paz que Jesus nos da es inigualable y debemos atesorarla.
TORMENTA
Nunca me olvidaré de aquella tarde. Corría el año 1998 y me disponía a viajar desde mi ciudad (Buenos Aires), a la capital de nuestro hermano país del Uruguay. Todo parecía normal cuando me subí a aquel gran barco de última generación. “Parecía” es la palabra más adecuada que puedo encontrar para describir la situación, pues en realidad cuarenta minutos después de zarpar, todos – pasajeros y tripulantes – experimentamos una situación que puso en juego nuestras vidas: una intensa tormenta se desató en medio de la travesía.
No sabría especificar la velocidad que tenían las ráfagas de viento. Tampoco podría definir con precisión el tamaño de las olas. Lo único que sé es que la embarcación se mecía con mucha fuerza de un lado hacia el otro, de arriba hacia abajo, provocando que muchos (me incluyo) pensáramos que no podríamos “contar la historia”.
Al leer estas líneas se dará cuenta de que finalmente llegamos a buen puerto: la histórica y dinámica ciudad de Montevideo. ¡Pero aquella hora y media enfrentando el temporal en el medio del Río de la Plata se hizo “eterna”! Más allá del susto, hoy en día puedo rescatar dos sencillas lecciones:
1.- A pesar de todo pronóstico, la naturaleza puede sorprendernos en cualquier momento.
2.- Frente a una situación extrema, cada persona reacciona de manera diferente.
¿No ocurre lo mismo durante nuestro “viaje” por la vida? De un momento para el otro las circunstancias pueden cambiar y tornar en oscuridad el apacible horizonte de nuestra existencia. Una relación quebrada, un negocio truncado, el fallecimiento de un ser querido, un diagnóstico inesperado… Múltiples situaciones que confirman nuestra natural vulnerabilidad humana, y que tienen el poder de hacernos presa fácil del temor, la ansiedad y la desesperación.
Jesucristo dijo: "Yo les he dicho estas cosas para que en mí hallen paz. En este mundo afrontarán aflicciones, pero ¡anímense! Yo he vencido al mundo". Juan 16.33 (NVI)
¡Qué reconfortante es saber de un Dios que siempre está cercano!
Francisco Zuccotti, abogado y autor del libro “Vi luz y entré. El toque de un observador ciego”, dijo lo siguiente en una reciente entrevista periodística, al referirse a la “tormenta” personal que debió experimentar cuando perdió la vista en forma irreversible: -“Comprendí que la serenidad no es estar a salvo de la tormenta, sino encontrar la paz en medio de ella".
Decíamos que “frente a una situación extrema, cada persona reacciona de manera diferente”. La actitud, entonces, ¡hace la diferencia!
CRISTIAN FRANCO
EL PODER DE LA ORACION
Leer | Juan 17:20-26
Dios tiene autoridad absoluta sobre todas las personas y todos los acontecimientos. Conoce los corazones de los hombres, cómo actuarán y qué pasos deberá tomar para lograr Sus propósitos.
Colosenses 4:2 dice que debemos perseverar en la oración. En realidad, la comunicación con Dios es tan vital que se nos dice que oremos sin cesar (1 Ts. 5:17). Escuchar a, hablar y relacionarnos todo el tiempo con nuestro Padre celestial debe caracterizar nuestras vidas. La Biblia dice por qué es tan importante esto.
La oración nos cambia. Si buscamos el rostro de Dios e invertimos tiempo en Su Palabra, seremos transformados. Nuestros deseos serán reemplazados por los Suyos, y nuestra manera de pensar armonizará más con Sus pensamientos. A medida que crezca nuestro conocimiento de Su carácter, tendremos una mejor idea de cómo orar de acuerdo con Su voluntad.
Dios responde la oración (Stg. 5:16). Dios ha prometido oír y responder las oraciones de Sus hijos (Is. 65:24). Él nos asegura que actuará si nuestras peticiones son hechas en el nombre de Jesús, es decir, si están de acuerdo con Su voluntad y con Su tiempo (Jn. 14:13).
La oración invita a Dios a actuar. La oración no altera ninguno de los propósitos o planes divinos del Señor; tampoco hace que cambie de opinión. Lo que Él ha decidido, ocurrirá, y Sus decisiones serán exactamente las correctas para cumplir Su voluntad. Pero nuestras oraciones son poderosas cuando, sin reservas, invitamos a Dios a hacer Su obra en nuestras vidas y en las vidas de otras personas.
¿Qué poder tiene la oración? Ella permite que personas insuficientes se conecten con un Dios todosuficiente. ¡Aleluya!
Mantener la relación con nuestro amado Salvador es lo mejor que podemos hacer, en esa intimidad es que le conocemos, le amamos y le tenemos como ese amigo Fiel que no nos desampara jamás y en el cual podemos confiar, si dependemos de El en todo momento para que nos ayude, nos aliente, nos sostenga con Su gracia y nos llene de Su amor para poderle amar, es lo que El desea de cada uno de nosotros, que estemos ahí en el momento que le necesitemos.
Los amo y bendigo en Jesucristo.
MAGNOLIA.