Hola mis amados:
En la vida no hay casualidad y menos con lo que Dios ha creado, El lo hizo perfecto y fue hecho por Su voz, ella tiene poder y debemos cree a lo que dice Su Palabra, hay hombres que lamentablemente dicen lo contrario, pero todo esto tan bien hecho, tan organizado, que funcione como debe ser es porque detrás de todo hay un Creador que no dejo nada al azar y que sabia lo que hacia, porque lo hacia y que lo hizo sobretodo pensando en nosotros, porque primero creo este planeta para que viniésemos a vivir en el.
CASUALIDAD?
Hace muchos años, Sir Isaac Newton hizo un modelo de trabajo de nuestro sistema solar. En el centro había una bola dorada grande que representaba el sol, y girando alrededor de ella estaban los planetas, pequeñas esferas adheridas a las puntas de varas de diferentes longitudes.
Un amigo suyo, que no creía en el relato bíblico de la creación, pasó por su casa para hacer una visita. Al contemplar cómo Newton hacía mover a los pequeñitos planetas en sus órbitas, el hombre exclamó: ¡Vaya, vaya! ¡Qué cosa tan exquisita! ¿Quién lo hizo? Sin levantar la vista, Newton contestó: Nadie.
¿Nadie? --preguntó el amigo.
Así es. Estas bolas, dientes, correas y engranajes se juntaron coincidencialmente. Y también fue una cuestión de suerte que comenzasen a girar en sus respectivas órbitas en un tiempo perfecto. El incrédulo entendió el mensaje.
Era una necedad suponer que el modelo se había hecho solo. Pero tenía mucho menos sentido aceptar la teoría de que la Tierra y el vasto universo existiesen por casualidad.
¡Cuánto más lógico es creer la Palabra de Dios!,
Génesis. 1:1 En el principio creó Dios los cielos y la tierra Sal. 14:1 La Biblia también declara: Dice el necio en su corazón: no hay Dios Salmos 19:1 Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos.
BENDITO "ENEMIGO"...
A uno le molesta mucho. Más que eso: a uno esa persona le resulta in-so-por-ta-ble! ¿Por qué? Después de todo, sabemos que no es quizás alguien totalmente nefasto. Sin embargo, vemos que se nos produce una reacción visceral con sólo verle o escucharle. Si esto nos sucediera sin conciencia alguna, iríamos configurando en esa persona algo siniestro: el enemigo. La mente empezaría a seleccionar particularmente todos los rasgos “rechazables” de ese sujeto, y a instalar una negación de todos lo eventualmente nobles, sintiéndolo cada vez más repudiable. A esto se le llama “efecto halo”: el otro es totalmente rechazable. Si fuésemos fans de un equipo de fútbol, “los nefastos” serían los del equipo contrario. Siendo de un determinado barrio, serían los del otro lado de la avenida. Si fuésemos un pueblo contra otro, trataríamos de hacerle “un bien a la Humanidad”: aniquilar al enemigo. Pues el enemigo se vuelve, ante los ojos de quien lo percibe como tal, alguien abyecto, carente de todo valor, eliminable como “causa justa”. ¿Por qué tanta virulencia? Porque, ya se trate de una nación o en el seno de una familia (ese cuñado “in-so-por-ta-ble”, esa “execrable” suegra o nuestra “despreciable” ex-pareja), a oficina o la escuela, “el enemigo”, casi sin excepción, conlleva algo que desearíamos de todo corazón que no existiera: una parte nuestra! Sí: tal tipo de reacción generalmente implica la proyección de rasgos personales que detestamos y que, por ende, no queremos asumir como propios. El último gesto del Inconsciente para que los veamos es proyectarlos en el afuera: un otro, que hará las veces de pantalla para nuestra diapositiva interior. ¿El resultado? Querré eliminar afuera lo que llevo dentro, o forcejearé para que el otro cambie lo que íntimamente quisiera cambiar en mí. Bendito enemigo: su existencia es ilusoriamente liberadora: poner “lo malo” afuera nos define, por exclusión, del lado de “lo bueno”. Quemar en la hoguera a los impíos confirma nuestra “pureza de corazón”. Sólo trabajando sobre la reyerta interior el encono externo puede transmutarse. Sólo sintiendo compasión sana por los propios rasgos no crecidos podremos sentirla por el otro. Sólo aceptándonos podremos aceptar. Avisamos, de todos modos, algo importante: es difícil. Sin embargo, hasta podría decirse que se trata de una tarea moral, pues cargar a otro con lo propio, -lo dañemos o no-, simplemente, no es honesto. Aunque el otro sea una persona con rasgos difíciles, la proyección lo desfigurará en su identidad: el otro real habrá desaparecido para nosotros. Pero no alcanza con saberlo: hace falta autoobservarse, aplicar lo comprendido. ¿Cuándo? AHORA. Siempre ahora.
Es muy cierto este mensaje, los demás son los que deben ser liquidados, apartados o simplemente no contar con ellos, porque el egoísmo y el orgullo hace que haya acepción de personas, que haya diferencias y eso no es lo que desea nuestro amado Salvador, El murió por todos nosotros, ricos, pobres, blancos, negros, analfabetas o muy sabios, para El todos somos iguales y espera que nosotros nos tratemos de igual forma, por eso ese enemigo silencioso que viene del interior debe ser derrotado para que reine el amor, la tolerancia, el perdón, la aceptación y sobre todo la unidad.
Los amo y bendigo en Jesucristo.
MAGNOLIA.
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