Hola mis amados:
En la vida hemos atravesado momentos difíciles en los cuales hemos tenido ayuda en unos y en otros no, esta situación nos hace vulnerables y mas cuando nos sentimos impotentes y solos, cuando no vemos salida o una perspectiva mejor, pero recordemos que Jesus esta a nuestro lado y que no nos desampara ni nos deja, que muchas veces El envía quien nos extienda la mano como en el caso de Jeremias, pero si asi ha sido que estemos dispuestos a ayudar a quien lo necesite, que recordemos que no nos dejo tirados y que muchos hoy son como nosotros, asi que sirvamos sin dejar de hacerlo un solo momento para que Su Nombre sea Glorificado.
SACADO DEL FOSO por Jeanne Zornes
Jeremías se enderezó para sacar su pie del lodo, pero lo que consiguió fue que el otro se le hundiera más. Algo que él no sabía, era cuánto tiempo había transcurrido para que esa cisterna se convirtiera en lodo. Ahora era su prisión, y posiblemente su tumba. Contempló la estrecha abertura a través de la cual lo habían bajado sus enemigos. La forma de campana que tenía la cisterna hacía imposible que pudiera salir trepando. Pero acostarse o sentarse significaba hundirse más en aquel fango que lo succionaba. Jeremías había comunicado la advertencia de Dios en cuanto a los babilonios, pero el rey cedió ante sus funcionarios que llamaban traidor al profeta y pedían su muerte. Jeremías no estaba seguro de si había sido la maldad o la cobardía lo que los llevó a echarlo en esa húmeda prisión; lo que sí sabía era que la muerte mediante la espada habría sido más rápida, porque aquí moriría lentamente por el hambre. ¿Es que acaso Dios se había olvidad de él? Allá arriba, nadie estaba pensando en su situación. Toda la atención estaba puesta en el fin inminente que les esperaba a manos del enemigo que se encontraba acampado fuera de Jerusalén. ¡Qué ironía que una cisterna, un lugar para contener el agua que da vida, se hubiera convertido en un escenario de muerte! “¡Jeremías!” La voz que vino desde arriba envió una sacudida a través de su frío y sucio cuerpo. “Pon ahora esos trapos viejos y ropas raídas y andrajosas, bajo los sobacos, debajo de las sogas” (Jeremías 38:12). Jeremías agarró los harapos mientras caían, y luego hizo lazadas con los trapos que lo sacarían a la libertad. Centímetro a centímetro, el barro fue soltando el cuerpo, y unas manos diligentes lo sacaron por la abertura de la cisterna. Miró entonces con sorpresa a Ebed-melec, un funcionario del palacio, y a otros 30 sirvientes reales. Las cisternas de nuestra propia vida ¿Se ha sentido usted alguna vez como si estuviera atascado en un pozo profundo de desánimo, acometido por todos lados por el negativismo, y viendo pocas esperanzas de mejoría? La situación puede involucrar una enfermedad crónica, un divorcio, asuntos del trabajo, problemas de dinero o la oposición a su fe, pero en cualquier caso es fácil sentirse impotente y preguntarse si habrá alguien que tenga interés en ayudarle. Imagínese ahora en el otro lado, viendo a personas que tienen las mismas necesidades. Dudan en pedir ayuda, sintiendo quizás que no deben molestar a nadie. Tal vez quieran confiar en Dios, pero no saben cómo, cuando Dios parece estar callado. Pero, ¿en verdad lo está? ¿No será que Él le está pidiendo a usted que arroje trapos y sogas a quienes se encuentran en circunstancias no deseadas? Lo que Dios espera es lo siguiente: Compasión por el que sufre. Jeremías sabía lo que era el sufrimiento personal: por ser un profeta con un mensaje negativo, tenía pocos amigos; la reacción a sus profecías fue el rechazo (15.10); su vida estaba amenazada todo el tiempo (11:18-21; 26:7, 8); el rey había quemado sus escritos (36:20-23), e incluso había estado en un calabozo antes de ir a parar a la cisterna (37:16; 38:6-9). Ebed-melec pudo fácilmente haberse distanciado de los problemas del profeta, ya que un rescate estaba, con toda seguridad, fuera de sus servicios diarios en la corte. Pero él se dejó guiar por sus convicciones e intervino para corregir la injusticia hecha a Jeremías. Cuando Dios trae una necesidad a su atención, y usted no puede quitarse de encima esa sensación de llamamiento, es posible que usted sea la persona que Él eligió para dar ayuda. La disposición a arriesgarse. Como un eunuco etíope en el palacio (38:7), es posible que Ebed-melec supervisara el harén y, por esa razón, no le correspondía interferir en los asuntos políticos de la corte. Pero él fue valientemente donde el rey en un lugar público y abogó por la vida de Jeremías. Esa acción pudo haberle costado su empleo o incluso la vida. Pero el siervo habló sin rodeos: “Mi señor el rey, mal hicieron estos varones en todo lo que han hecho con el profeta Jeremías, al cual hicieron echar en la cisterna; porque allí morirá…” (38:9). Corremos el riesgo de ser rechazados o no comprendidos cuando tratamos de ayudar a otros. Un plan de acción. Después Jeremías ser sacado de la cisterna, fue llevado a la prisión del palacio; a pesar de que seguía siendo un lugar de encierro, era una inmensa mejoría en comparación con la cenagosa cisterna de muerte lenta. La acción de sus salvadores no resolvió todas las necesidades de Jeremías, pero sí le permitió seguir adelante con su llamado como mensajero de Dios. De la misma manera, usted y yo podemos ayudar a nuestros amigos peregrinos que han caído en un hueco. Por medio de la acción práctica, el apoyo en oración y un interés genuino, usted puede ser de ayuda para esas personas que, simplemente, necesitan un amigo. Al hacerlo, usted extenderá la gracia de Dios a un mundo que la está necesitando desesperadamente. TE HICE A TI
En la calle vi a una niñita temblando de frió con un vestidito ligero, con poca esperanza de encontrar una comida decente. Me enoje y le dije a Dios: "¿Por qué permites esto? ¿Por qué no haces algo para remediar esto?"
Por un rato Dios no dijo nada y esa noche, Él respondió de pronto diciendo: "Ya hice algo para remediarlo ... Te hice a TI."
Muchas veces culpamos a Dios por todas las cosas que pasan, y le recriminamos que permite que pasen, y no pensamos en que realmente Dios confía en nosotros para hacer de este, un mundo mejor.
Dios no nos anula, nos permite ser parte de su creación, demostrando al mismo tiempo que tenemos la capacidad para ayudar a los demás. La próxima vez que veas una injusticia, no digas "¡Pobre!" o "¿Por qué Dios permite esto?", sino actúa, pues tu fe se demuestra con tus actos.
"Vamos, demuestra a otros que Dios se acuerda de ellos... Por medio de ti." -.Arturo Quirós
Proverbios 3:28 No digas a tu prójimo: Anda, y vuelve, Y mañana te daré, Cuando tienes contigo qué darle. Proverbios 14:21 Peca el que menosprecia a su prójimo; Mas el que tiene misericordia de los pobres es bienaventurado. Marcos 12:31 Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos.
Tener presente siempre que El nos hizo para ayudar a muchos, que la misión en la tierra es continua, que muchas personas van por ahí esperando una respuesta, una sonrisa, un abrazo o palabras de aliento, por tanto no dejemos de hacer esta labor, porque con ese propósito fuimos hechos y daremos cuenta de esto a El cuando lleguemos a Su presencia, amemos a Dios primeramente y después al prójimo, recordemos que prójimo es el que esta próximo a nosotros.
Los amo y bendigo en Jesucristo.
MAGNOLIA.
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