Hola mis amados:
Somos alguien especial para Dios, El nos creo y como dueño de nuestro ser cuida de nosotros con esmero, pero los que deterioramos esta obra maestra con el pecado, la maldad y el egoísmo reinante hoy en el dia es el mismo hombre, por tanto como no sabemos cuando dejaremos este mundo, vivamos cada dia como si fuera el ultimo, haciendo el bien, adorando a Jesus y confiando que cuando nos vamos iremos a Su presencia, todo depende de nuestra forma de vida aca en la tierra.
LA LLAVE DESTRUCTORA
Era el año 1944, y la Segunda Guerra Mundial hervía en su última etapa. Estaba por comenzar la batalla final, la de Berlín, Alemania. Fue entonces que la fábrica Mercedes Benz recibió un pedido oficial. Tenía que fabricar un automóvil completamente a prueba de balas. Esto incluía puertas blindadas, cristales irrompibles y un motor de 400 caballos de fuerza, capaz de hacer correr el vehículo a más de 200 kilómetros por hora. Debía estar tapizado con el más fino cuero, contar con teléfono, radio y aire acondicionado, y ser completamente automático. Estaba destinado al Mariscal Goering. Como último detalle, debía proveérsele de un mecanismo especial, en que con sólo al mover una llave, esa joya mecánica pudiera desintegrarse instantáneamente. El Mariscal Goering lo usó muy poco tiempo. Poco después Berlín cayó. A todos los jefes alemanes los arrestaron. Hitler se suicidó, y Goering mismo, ingiriendo una pastilla de veneno, también se quitó la vida. El famoso Mercedes Benz fue confiscado por las tropas invasoras y posteriormente vendido a un coleccionista por 165.000 dólares. El nuevo dueño, que compró el auto para exhibirlo, poseía ahora no sólo una joya mecánica sino también una reliquia histórica. Pero era así mismo dueño de una bomba, pues con el más pequeño descuido el mal uso de esa llavecita haría desintegrar por completo ese tesoro. El ser humano, como aquel Mercedes Benz, es un tesoro de incalculable valor. Y tiene también una llavecita que controla su vida. Esa llave es su voluntad, que es el elemento dentro de él que lo distingue de la bestia. La voluntad es esa parte muy especial del ser humano que le da la capacidad de imaginar, de creer, de soñar, de amar. Es la parte que le permite tener fe, experimentar esperanza, creer en sí mismo y conocer a Dios. Pero esa misma voluntad lleva en sí, también, la capacidad de destruir, porque usada para engañar, para deshonrar, para odiar y para matar, se convierte en la llave que puede desintegrar totalmente el tesoro que es él mismo. Nuestra voluntad nos destruirá si no está sometida a la voluntad de Dios. No podemos, sin Dios, regir nuestra vida sin destruirnos a nosotros mismos. Entreguémosle nuestra vida al Señor Jesucristo. Sólo así podremos ser el tesoro que Dios quiso que fuéramos. Hermano Pablo Un Mensaje a la Conciencia
«NUNCA ME HABÍA DIVERTIDO TANTO»
Raymond Sewell, de cincuenta y ocho años de edad, comenzó a reírse desde el momento en que lo arrestaron hasta que lo metieron en la celda de la cárcel. No había pagado la comida en un restaurante, no había pagado el peaje en una carretera, y había obligado a la policía a perseguirlo sesenta kilómetros a gran velocidad. No se detuvo hasta que la policía le desinfló uno de los neumáticos a tiros. Cuando el juez le preguntó por qué se reía tanto, el hombre contestó: «Toda mi vida fui un hombre sumamente serio, pero anoche me dio por divertirme un poco. La verdad es que nunca me había divertido tanto.» En el libro de Eclesiastés, el Maestro dice: «El sabio tiene presente la muerte; el necio sólo piensa en la diversión.»1 Ni el sabio Salomón pudo haberse imaginado lo mucho que las diversiones se multiplicarían en los siglos venideros, hasta convertirse en los dioses más poderosos del mundo. Tanto los menores como los mayores de edad del siglo veintiuno quieren divertirse día y noche. Están dispuestos a pagar grandes sumas de dinero para que se les entretenga. Para satisfacer su exagerado apetito de diversión, dedican horas enteras a los espectáculos humorísticos, a las tiras cómicas en los diarios y las revistas, a los videos con dibujos animados y a las comedias por televisión, que tienen el único y, al parecer, inocente fin de hacer reír al que los consume. Ahora bien, no es que la risa y la diversión sean malas de por sí; por el contrario, llegan a ser muy saludables, con tal que no se les dé rienda suelta. Pues así como hay «un tiempo para llorar» y «un tiempo para estar de luto» —observa con toda razón el mismo Maestro del Eclesiastés—, también hay «un tiempo para reír… y un tiempo para saltar de gusto».2 Reír es parte importante de la naturaleza humana. Pero cuando el deseo de reír y de pasarla bien, y la apetencia por la diversión y el recreo se convierten en pasión, el beneficio en potencia se convierte en perjuicio seguro. Hace algunas décadas, el perspicaz escritor italiano Novalis pronosticó en una de sus obras que el mundo iba a tener «un final cómico». Por una parte, tal vez tenga razón, en el sentido de que la gente se está riendo cada vez más; pero por otra, no, de ninguna manera. Lamentablemente, la condición moral de nuestra sociedad nos da cada vez menos motivo para reír y más motivo para llorar. Nuestra civilización occidental, amenazada de muerte por agentes del terror, está al borde del abismo. Cuidémonos de no tomar la vida y el destino humano a la ligera. Hagamos un alto en nuestras fiestas y diversiones. Arreglemos todas nuestras cuentas con Dios. No seamos necios, pensando sólo en la diversión. Seamos, más bien, sabios, teniendo presente la muerte, que tarde o temprano ahoga a la risa. Carlos Rey Un Mensaje a la Conciencia
En la vida debemos tener un buen humor, las personas serias y con el ceño fruncido a toda hora no son agradables, porque nadie les desea tan siquiera dirigir la palabra, hoy hay personas que se rien estruendosamente, hasta eso es molesto, asi que disfrutemos de la vida, de las cosas que nos hacen reir pero sanamente, no perjudicando a los demás o a nosotros mismos, por tanto a vivir como Dios desea que lo hagamos para que El se sienta complacido de nosotros.
Los amo y bendigo en Jesucristo.
MAGNOLIA.
MÉTELA EN TU CORAZÓN
Según un predicador escocés, guardar la palabra en el corazón es meter una cosa buena en un buen lugar para un buen fin. Muchos tienen la Biblia en la cabeza, o en el bolsillo. Lo que necesitan es tenerla en el corazón. -D.L. Moody-
"En mi corazón he guardado tus dichos, Para no pecar contra ti"
Salmo 119:11
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