Hola mis amados:
Ver a alguien que ha triunfado en la vida es una muestra de satisfacción para esa persona y se siente realizada, pero no todo por lo que se lucha nos llevara a un podio, hay triunfadores que silenciosamente han hecho mas que el mas grande deportista, que en esas areas nos destaquemos dando lo mejor de nosotros hacia aquellas personas necesitadas, no es necesario que lo sepan todos, con tal de que nuestro amado Jesus lo sepa es suficiente.
LOS TRIUNFADORES
Autor: Rubén Núñez de Cáceres Velásquez
Tomado de su libro: Para aprender la vida.
A veces los triunfadores no son aquellos a los que todo el mundo aplaude y reconoce. No son los que construyen grandes obras, dejaron constancia de su liderazgo o viajaron, en primera clase.
A veces los triunfadores no son los administradores geniales, ni los visionarios del futuro, o los grandes emprendedores. Por ello, tal vez no los reconoceríamos en medio de tanto pensador, filósofo o tecnólogo, que supuestamente conducen a este mundo por la senda del progreso.
A veces el triunfador no es el negociador internacional, o el hacedor de empresas de clase mundial o el deslumbrante estadista que asiste a reuniones cumbre. No es el que se afana por exportar mucho, sino el que todavía se importa a sí mismo. Porque el triunfador puede ser también el que calladamente lucha por la justicia, aunque no sea un gran orador o un brillante diplomático. El triunfador puede ser igualmente el que venció la ambición desmedida y no fue seducido por la vanidad o el poder.
Es triunfador el que no obstante que no viajó mucho al extranjero, con frecuencia hizo travesías hacia el interior de sí mismo para dimensionar las posibilidades de su corazón. Es el que quizás nunca alzó soberbio su mano en el podium de los vencedores, pero triunfó calladamente en su familia y con sus amigos y los cercanos a su alma.
Es, quizá, el que nunca apareció en las páginas de los periódicos, pero sí en el diario de Dios; el que no recibió reconocimientos, pero siempre obtuvo el de los suyos; el que nunca escribió libros, pero sí cartas de amor a sus hijos y el que pensó en redimir a su país a través de la asfixiante aventura de su trabajo común y rutinario y aquel que prefirió la sombra, porque, finalmente, es tan importante como la luz.
A veces el triunfador no es el que tiene una esplendorosa oficina, ni una secretaria ejecutiva, ni posee tres maestrías; no hace planeación estratégica ni elabora reportes o evalúa proyectos, pero su vida tiene un sentido, hace planes con su familia, tiene tiempo para sus hijos y encuentra fascinante disfrutar de la hermosa danza de la vida.
A veces el triunfador no es el pasa a la historia, sino el que hace posible la historia; el que encuentra gratificante convencer y no sólo vencer y el que de una manera apacible y decidida lucha por hacer de este mundo un mejor lugar para vivir. Es el que sabe que aunque sólo vivirá una vez, si lo hace con maestría, con una vez le bastará.
A veces el triunfador no tiene que ser el que construyó grandes andamiajes y estructuras administrativas, pero supo cómo construir un hogar; no es el que tiene un celular, pero platica con sus hijos, no tiene correo electrónico, pero conoce y saluda a sus vecinos, no ha ido al espacio exterior, pero es capaz de ir hacia su espacio interior y sin haber realizado grandes obras arquitectónicas, supo construirse a sí mismo y fue, como dice el poeta, el cómplice de su propio destino.
A veces el triunfador suele ser Teresa de Calcuta, o Francisco de Asís o Nelson Mandela, o tal vez la enfermera callada, el obrero sencillo y el campesino olvidado, porque como personas triunfaron sobre la apatía o el desencanto y con su esfuerzo cotidiano establecieron la diferencia.
A veces el triunfador puede ser el carpintero pobre de un lugar ignorado, o una mujer sencilla de pueblo o un niño humilde que nació en un pesebre, porque no había para él lugar en la posada...
ARBOL SIN RAICES
En un jardín hay sembradas muchas semillas.
Unas brotaron rápidamente y se han convertido en árboles fuertes, otras son árboles débiles porque sus raíces no están bien alimentadas.
El espacio que han tenido para crecer es pequeño y el árbol se ha sentido limitado y no se ha motivado a crecer. Mientras otros están ahí, junto a ellos ven la vida con esperanzas y se han dedicado a seguir su camino, han echado grandes ramas y dado el fruto que Dios les encargó.
Otras han adornado con su belleza y esperan con amor que le llegue su hora. El árbol sin raíces ha crecido en el mismo lugar, sólo que ha visto la vida de manera diferente, y ha perdido la esperanza de crecer y ser fuerte y robusto como un roble.
La sola idea de que está limitado lo ha marchitado y cree que no puede florecer. Todos los árboles han estado en el mismo lugar con diferentes circunstancias pero han luchado con el terreno que tienen para vivir y han dado su esfuerzo para lograr ser bellos y admirables árboles en la naturaleza que Dios le ha dado.
Cada uno de nosotros somos un árbol, el que las raíces sean débiles no nos debe quitar la fuerza para crecer en la vida y ser cada día un mejor ser espiritual.
Debemos aferrarnos a Dios que nos da la fuerza para sobrellevar cualquier obstáculo que esté alrededor de nosotros para ser un buen ser humano y vivir en armonía con los demás.
Permitamos ser un árbol con raíces fuertes para no quebrantar ante la adversidad y seguir hacia adelante.
Que nuestra vida tenga las raíces mas profundas y cimentadas en Jesus que es nuestra Roca firme, si permanecemos allí podremos ser arboles que sembrados junto al rio daremos siempre fruto y nuestra hoja no cae, porque nos nutrimos de Su Palabra y hara que permanezcamos verdes siempre y vendrán a benuscar abrigo y sombra de nosotros.
Los amo y bendigo en Jesucristo.
MAGNOLIA
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MÉTELA EN TU CORAZÓN
Según un predicador escocés, guardar la palabra en el corazón es meter una cosa buena en un buen lugar para un buen fin. Muchos tienen la Biblia en la cabeza, o en el bolsillo. Lo que necesitan es tenerla en el corazón. -D.L. Moody-
"En mi corazón he guardado tus dichos, Para no pecar contra ti"
Salmo 119:11