Hola mis amados:
En cualquier momento de la vida nos puede llegar una crisis, pero ahí es cuando debemos ser sabios y actuar para salir adelante y analizar si es necesario cambiar de hábitos o costumbres que ya venían por largo rato en nuestra forma de actuar, por eso no nos demos al desespero o afán sino que todo eso nos ayudara para que sigamos adelante con fe y convicción.
LA CRISIS
Existen periodos en nuestra vida, en los que perdemos nuestra habitual seguridad. Nos sentimos perdidos, desorientados.
Teníamos ideas claras, certezas. Ahora estamos llenos de dudas.
Ya no sabemos si hemos hecho las elecciones correctas.
Algunos resultados que nos llenaban de orgullo, ahora se nos muestran sin valor. Nos vienen a la memoria todos los otros caminos, aquellos que no hemos recorrido, aquellos que han tomado otros, y descubrimos que quizás era mejor que el nuestro. Nos remuerde la conciencia por aquellos a quienes hemos hecho sufrir inútilmente.
Es un momento de crisis, de sentirse perdido, de desorientación, de vacío. Alguien puede decirnos que es un ataque de depresión ó de neurosis, para que se pase basta con un periodo de vacaciones, o un viaje, o un tratamiento breve.
¿Pero hay que combatirlo, evitarlo?
¿No es mejor aceptarlo, vivirlo, aprovechar la enseñanza que nos proporciona?
Cuando estamos comprometidos en una tarea, no podemos dejar que la duda nos asalte, que nos envenene la incertidumbre.
Debemos aferrar con firmeza el objetivo y ocuparnos sólo de los medios para alcanzarlo. Debemos convencernos de que tenemos razón y de que podemos tener éxito. Por otra parte, cuando siguiendo este método hemos tenido éxito, lo atesoramos y seguimos por el mismo camino.
Si en un restaurante los clientes aprecian particularmente ciertos platos, el cocinero seguirá preparándolos. Cuando un pintor ha descubierto una modalidad expresiva en la cual se realiza y que gusta a los críticos, se abandonará a ella con placer. El científico que ha elaborado una teoría tratará de aplicarla a todos los casos que encuentre sin sentir la necesidad de buscar una alternativa
Con el paso del tiempo, sin embargo, aquellas que antes eran modalidades para expresarse uno mismo y una nueva creatividad, poco a poco se terminan convirtiendo en costumbres, rituales. El cocinero se acostumbra a hacer los mismos platos de manera mecánica. No experimenta más nada nuevo. El artista se repite, se imita a sí mismo. El científico aplica su teoría a fenómenos nuevos y diversos que ésta no puede explicar. Antes su teoría era un instrumento de conocimiento, ahora le esconde la realidad.
Todo lo que hacemos nace como apertura al mundo, brazos extendidos para acercarse y dar acogida.
Pero este movimiento se vuelve un ritual vacío. No nos expresa más a nosotros mismos, no nos une más con la vida
He aquí por qué, periódicamente, necesitamos de una crisis.
Algunas veces esta es consecuencia de un fracaso, de una bofetada brutal que la realidad, por demasiado tiempo descuidada, da a nuestras costumbres. Pero otras veces, la crisis madura dentro de nosotros porque nos damos cuenta de habernos esclerotizado, vuelto demasiado rígidos, de estar como muertos.
Entonces puede llegar en la cumbre del éxito. Muchos autores han quedado insatisfechos de su obra maestra.
Se desencadena en ese momento, la necesidad de ver el mundo, desde todos los otros puntos de vista que hemos tenido que abandonar para elegir el nuestro, de trascender lo que hemos hecho.
Es una necesidad de novedad, de frescura, de vuelta a empezar; que para realizarse debe arrasar con todo lo que existe de las estructuras, en las que nos hemos realizado.
La crisis es el momento inicial, devastador, de la obra de renacimiento y de reconstrucción.
En la vida psíquica no existe un progreso verdadero sin estas discontinuidades en las que logramos ponernos en tela de juicio a nosotros mismos, es decir, lo que hemos hecho, lo que deseamos.
Al destruir nuestras posesiones, nuestras certezas, creamos el caos originario en el cuál todo se vuelve nuevamente imaginable y posible.
Sólo entonces volvemos a ser capaces de cambiar.
Porque nos hemos vuelto ligeros, ingenuos y humildes.
EL VERDADERO TRIUNFO...
El verdadero triunfo, es lograr la familia que anhelas, es mostrar la bondad que recibes y tener verdaderos amigos.
La verdadera sabiduría, es aprender a escuchar y saber cuándo opinar; es comprender los problemas y saberlos resolver, y poder brindar al mundo lo que realmente sabes.
La verdadera fe, es pedir y saber que Dios nos escucha, es saborear los momentos que comparto con Él, es poder cerrar los ojos y sentirlo junto a mí.
La verdadera amistad, es sentir la hermandad que une a personas de sangres diversas, es saber que su mano siempre estará contigo, es saber brindarle tu ayuda en todo momento, es sentirte más valiente en los momentos que con ellos compartes, es saber compartir ideas y mejorar tu carácter, es tener ese apoyo en los momentos importantes.
El verdadero amor, es poder oler el aire que respira tu pareja, es encontrar la otra mitad de tu alma, es sentir necesaria su presencia, y más que nada, saber esperar a su llegada.
Disfruta cada día como si fuera el último ya que uno nunca sabe cuándo llegará el último día de nuestras vidas, y recuerda... que la satisfacción de llegar a la meta, no es llegar a la meta, sino todo lo que se vive en el camino para poder llegar a ésta.
Autor Desconocido
Si todo lo anterior nos sirve de aliciente para la vida, con seguridad seremos ejemplo, viviremos a plenitud y disfrutando cada día, porque entendamos que el pasado no lo podemos cambiar y el futuro es incierto, avancemos hacia la meta que tenemos por delante con regocijo y dando lo mejor de nosotros en todo.
Los amo y bendigo en Jesucristo.
MAGNOLIA