En soledad, mujer enamorada, perdido el brazo en torno a tu cintura, a ti misma abrazada, en noche tan desierta, tan oscura.
Hay canciones de amor en cada calle, se encienden las farolas, se pueblan de calor montaña y valle, y el temblor de tu sexo, tan a solas.
Breveria Nº 1969, de FAH
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Noche de sombras,
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sombras de noche
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Despierto estoy. Quiero dormir la sangre,
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pero sigue gritandome en las venas;
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no me deja dormir, se me revuelve
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no s� si en alborozo o si en protesta.
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Es como perro que a su dueño muerde,
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y ni caricia ni rigor lo aquietan.
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O tal vez es el potro mal domado,
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que no atiende a la fusta, y se rebela.
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Se me alborota el cuerpo,
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la piel se me caldea.
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Oigo nombres al fondo de la mente,
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que toman forma en sombras o siluetas,
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me acosan, ruegan, tiran de las sabanas,
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y susurran ofertas.
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Floja, la voluntad se debilita.
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No me defiendo ya. Que me posean.
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Tantos ojos y labios entreabiertos,
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tantas manos y lenguas,
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y tantos senos solidos, redondos,
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Se arrojan sobre mi, me manosean.
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Y de repente ya no soy el ciervo
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sin agresividad, o la gacela.
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Se me alargan las garras en los dedos,
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y los colmillos, ahora soy pantera,
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desat�ndose todos mis instintos,
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derramandome a chorros entre piernas
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abiertas sobre mi, desconocidas,
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en cien abrazos, penetrando grietas
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h�medas, receptoras y convulsas,
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que saben exprimir, que me doblegan.
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Lentamente las sombras
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iran desvaneciendose. Una niebla
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viscosa, gris, envuelve el aposento.
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Vuelve el silencio. ¿Se ausenta? Las venas
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arrastran sangre ya sin fuego, y callan,
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como callan las manos de la ausencia.
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Con afabilidad me toca el sueño,
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leve tacto de seda.
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Los Angeles, 23 de junio de 2009 | | |
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