Hola mis amados:
Pablo nos dice en la Palabra de Dios que somos cartas leídas, nuestro testimonio es más importante cuando nuestros hechos hablan más que las palabras, por eso que nuestro diario caminar sea el de imitar las huellas de Jesús, por eso Él es el camino y si andamos por ahí con sabiduría, obediencia y fidelidad podremos impactar a quienes rodean, conocen y están a nuestro lado, por tanto que dejemos impregnados en los corazones de los demás que somos seguidores del Salvador y Rey.
NO TIENES MANOS
Jesús, no tienes manos.
Tienes nuestras manos para construir un mundo donde habite la justicia.
Jesús, no tienes pies.
Tienes nuestros pies para poner en marcha la libertad y el amor.
Jesús, no tienes labios.
Tienes nuestros labios para llevar tu palabra a la humanidad.
Jesús, no tienes medios.
Tienes nuestra acción para lograr que todos los hombres y mujeres sean hermanos.
Jesús, nosotros somos tu Evangelio, el único Evangelio que la gente puede leer si nuestras vidas son obras y palabras eficaces; danos tus talentos para hacer bien todas las cosas que nos acerquen a Ti.
EL VIOLINISTA
Esta historia es sobre un hombre que reflejaba en su forma de vestir la derrota y en su forma de actuar la mediocridad total.
Ocurrió en París, en una calle céntrica aunque secundaria.
Este hombre, sucio, maloliente, tocaba un viejo violín.
Frente a él y sobre el suelo estaba su boina, con la esperanza de que los transeúntes se apiadaran de su condición y le arrojaran algunas monedas para llevar a casa.
El pobre hombre trataba de sacar una melodía, pero era del todo imposible identificarla debido a lo desafinado del instrumento, y a la forma displicente y aburrida con que tocaba ese violín.
Un famoso concertista, que junto con su esposa y unos amigos salía de un teatro cercano, pasó frente al mendigo musical.
Todos arrugaron la cara al oír aquellos sonidos tan discordantes.
Y no pudieron menos que reír de buena gana.
La esposa le pidió al concertista, que tocara algo.
El hombre echó una mirada a las pocas monedas en el interior de la boina del mendigo, y decidió hacer algo.
Le solicitó el violín.
Y el mendigo musical se lo prestó con cierto resquemor.
Lo primero que hizo el concertista fue afinar sus cuerdas.
Y Entonces, vigorosamente y con gran maestría arrancó una melodía fascinante del viejo instrumento.
Los amigos comenzaron a aplaudir y los transeúntes comenzaron a arremolinarse para ver el improvisado espectáculo.
Al escuchar la música, la gente de la cercana calle principal acudió también y pronto había una pequeña multitud escuchando arrobada el extraño concierto.
La boina se llenó no solamente de monedas, sino de muchos billetes de todas las denominaciones.
Mientras el maestro sacaba una melodía tras otra, con tanta alegría.
El mendigo musical estaba aún más feliz de ver lo que ocurría y no cesaba de dar saltos de contento y repetir orgulloso a todos:
- "¡¡¡Ese es mi violín!!! ¡¡Ese es mi violín!!!"
Lo cual, por supuesto, era rigurosamente cierto.
La vida nos da a todos "un violín".
Son nuestros conocimientos, nuestras habilidades y nuestras actitudes.
Y tenemos libertad absoluta de tocar "ese violín" como nos plazca.
Se nos ha dicho que Dios nos concede libre albedrío, es decir, la facultad de decidir lo que haremos de nuestra vida.
Y esto, claro, es tanto un maravilloso derecho, como una formidable responsabilidad.
Algunos, por pereza, ni siquiera afinan ese violín.
No perciben que en el mundo actual hay que prepararse, aprender, desarrollar habilidades y mejorar constantemente actitudes si hemos de ejecutar un buen concierto.
Pretenden una boina llena de dinero, y lo que entregan es una discordante melodía que no gusta a nadie.
Esa es la gente que hace su trabajo de la forma: "hay se va..."
Que piensa en términos de "me vale...", y que cree que la humanidad tiene la obligación de retribuirle su pésima ejecución, cubriendo sus necesidades.
Es la gente que piensa solamente en sus derechos, pero no siente ninguna obligación de ganárselos.
La verdad, por dura que pueda parecernos, es otra.
Tú y yo, y cualquier otra persona, tenemos que aprender tarde o temprano, que los mejores lugares son para aquellos que no solamente afinan bien ese violín, sino que aprenden con el tiempo también a tocarlo con maestría.
Por eso debemos de estar dispuestos a hacer bien nuestro trabajo diario, sea cual sea. Y aspirar siempre a prepararnos para ser capaces de realizar otras cosas que nos gustarían.
La historia está llena de ejemplos de gente que aún con dificultades iniciales llegó a ser un concertista con ese violín que es la vida.
Y también, por desgracia, registra los casos de muchos otros, que teniendo grandes oportunidades, decidieron con ese violín, ser mendigos musicales.
La verdad es que Dios nos concedió "libre albedrío".
Tú puedes hacer algo grande de tu vida, o hacer de ella una porquería.
Esa es tu decisión personal.
LO NEGATIVO: Negarnos a afinar bien nuestro violín de la vida. Y quejarnos de que la gente no disfrute la melodía que sacamos de él.
LO POSITIVO: Comprender que, nos guste o no, solamente prosperaremos si afinamos bien ese violín, y aprendemos a sacar de él las mejores melodías.
Que bello ejemplo, que nuestra vida sea tocada con la mejor melodía, el Señor nos ha dado dones y talentos para que surjamos y demos lo mejor de nosotros, que compartamos con los demás todo eso para que sean enriquecidos con aquello que por gracia hemos recibido, así no habremos vivido en vano, sino dejando huella en los demás, que el Señor se agrade de nuestros actos y El reciba toda la Gloria por ello.
Los amo y bendigo en Jesucristo.
MAGNOLIA