Todos necesitamos afecto para desarrollarnos, para crecer y para fortalecer nuestra autoestima y ese primer contacto que tenemos con el mundo es la ternura que recibimos de nuestra madre al nacer. Ese primer sentimiento hace que los vínculos madre-hijo sean demasiado fuertes y son los mismos que logran el acelerado progreso del bebé, y son también los que desarrollan una buena autoestima.