MILAGROS COTIDIANOS
Amanecer envueltos de otro mundo
en el santo sudario de los sueños.
Caminar sobre el agua de los días
sin hundir nuestros pies en la tristeza.
Echar con fe la red al mar oscuro
y capturar la luz que allí se esconde.
Multiplicar el aire y repartirnos
una hogaza de sol cada mañana.
Imponer una mano en nuestra sombra
para así acariciar su imagen pura.
Devolver la mirada al niño ciego
que nos guarda la flor de la conciencia.
Ungir el corazón con el aceite
que sana las heridas más profundas.
Vencer la tentación aunque sepamos
que el ángel y el diablo son amantes.
Oír al mudo amor y ver el tiempo
que baila sin pareja a nuestro lado.
levantarnos y andar hacia la vida
cuando nos dan por muertos.
Anochecer creyendo en quienes somos
sin apenas habernos conocido.
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( Juan Pablo Zapater)