En momentos de pesar o tristeza, quizás me dirija a mis fuentes de consuelo familiares: comidas favoritas, amigos amorosos o me regale algo; mas para consuelo duradero me dirijo a Dios.
Reposo en Su amor. Tranquilamente dejo ir mis preocupaciones. En el Silencio regreso a la verdad: el deseo de Dios para mi vida es siempre lo mejor y más elevado.
Cierro los ojos, respiro profunda y lentamente y siento la presencia consoladora del Espíritu. Mi corazón se llena de la calidez del amor de Dios. Cualquier preocupación que pueda tener se disipa, y mi fe es fortalecida. Estoy inmerso en el amor infalible del Espíritu. Descanso seguro de que soy valorado, guiado y protegido por mi Creador.
Y yo rogaré al Padre, y él les dará otro Consolador, para que esté con ustedes para siempre.—Juan 14:16
La luz de la Verdad ilumina mi mente y mi cuerpo. Soy sano y estoy bien.
Tal como un vitral iluminado por la luz del sol, resplandezco con la luz de Dios. Reclamo con gratitud mi plenitud innata. Puede que adopte un régimen saludable basado en la ciencia. Sin embargo, hago más que comer bien, ejercitarme y esperar lo mejor. Recuerdo que el bienestar incluye el cuerpo, la mente y el espíritu. Hoy determino avivar mi salud dada por Dios.
Si siento que la preocupación, la ansiedad o el temor entran en mi mente, cambio mis pensamientos y los centro en el poder sanador de Dios. Afirmo: La luz de la Verdad ilumina mi mente y cuerpo. Soy sano y estoy bien. Nada puede quitarme mi plenitud. La veo, la siento y tengo fe en ella. Soy una expresión de Dios radiante y saludable.
Entonces Jesús le dijo: “Hija, tu fe te ha sanado. Ve en paz”.—Lucas 8:48
Los bailarines de ballet se mueven por el escenario con pasos, saltos y giros intrincados y precisos. Parecen moverse sin esfuerzo. Mas en realidad, ellos practican cada baile una y otra vez —exhibiendo gran dedicación, resistencia y entusiasmo. La energía de vida se mueve a través de sus cuerpos de una manera hermosa.
Dios expresa vitalidad en mí de muchas maneras maravillosas. Al orar, hago una pausa para visualizar cada parte de mi cuerpo. Bendigo cada célula y afirmo su salud. Siento que la energía de vida fluye en mí. Noto las partes de mi cuerpo que se sienten saludables y afirmo restauración en donde puedo estar experimentando incomodidad. ¡Yo soy pleno, vibrante y vital!
Entonces, del polvo de la tierra Dios el Señor formó al hombre, e infundió en su nariz aliento de vida. Así el hombre se convirtió en un ser con vida.—Génesis 2:7